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Cuando me hablas, con la risa perfilando tus palabras y el cariño inmerso en cada mayúscula o vocal usada, libertas mi sonrisa, hasta el momento clausurada.
Y de intensa que es esa sonrisa, que por ti la superficie alcanza, lágrimas azules alborozan mis ojos y templan mi mirada. Y una ola de terneza, alta cresta de espuma cálida, inunda mi corazón, en un torrente que arrastra, lejos de sí, todo el dolor que lo ocupara.
Y es que, amigo mío, con la alegría que anida en tus palabras, de las zarpas de la tristeza rescatas mi dicha, e irradias los subterráneos de mi alma.
© Trini Reina
1 de enero de 2007
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