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4 de septiembre de 2018

A contra pendiente


En la angosta subida,
el viento arrasa los detalles.
A la derecha, 
-las puertas del mundo abiertas-
el mar es furia 
de espuma y golpes,
estruendo de olas,
fragancia de la esencia,
crepitar de las aguas...

A contra pendiente, 
una mujer enarbola el íntimo blasón de su victoria, 
y de complacencia se inflama.
La sal foránea,
se confunde con el fluir de lágrimas, 
y en el rostro se incendian
las angustias del ayer.

El viento juega a frenarla,
mas la plenitud hace laureles del trayecto.
Ya en la cumbre
el faro es el icono de la clemencia de los siglos.
En la glorieta, que a la torre sirve de base,
la mujer, a bocanadas, inspira vida
y, trasminada de dicha y mar,
con ella misma sella la paz.


©Trini Reina/Septiembre 2010
Obra de Jean Pierre Cassigneul 

25 de noviembre de 2017

A una mujer anónima

 

El acero domina las líneas, bóveda y suelo crujen de asepsia y en las esquinas bosteza el último dragón con que soñaste.

Pesa el silencio que te amortaja. Como a plomo desciende sobre este espacio la ceniza que te reclama. Nadie vino a interrogar por tu destino y sólo el aire conoce las letras de tu nombre. El frío es la cuna que acoge la póstuma gota de tu sangre ultrajada. Tan olvidada eres en tu cadáver como ignorada fuiste por la fraternidad que pregonan los falsarios.

Implacables fueron los jóvenes años que se te concedieron. Nunca transitaste a piel completa la alegría. Posiblemente, allá en tu ancha tierra, algún instante la vivieras, pero tan lejos quedó en el ayer que acaso creyeras que lo conjeturaste.

Y se paró tu tránsito, cuando ya la noche se rompía, en esa tarde adversa de jueves, bajo  los rótulos de una ciudad tan hermosa como, para ti, ajena.
*
Duele este abandono que te parte y reflexiono sobre la  armonía de la que tal vez ahora goces, ya sin el contra respiro que la vida te brindó.

©Trini Reina
Enero 2011

4 de agosto de 2017

Junto a la orilla...


Junto a la orilla,
la mujer
es puñal de luz
hiriendo de muerte
a la noche.

El mar la convoca,
la palpa,
la seduce,
la ciñe,
la empapa.
El mar…
quejido de ida y vuelta
desgajando el silencio
en que su piel se hiela.

En la arena,
el primer sol descubre
-entre plumas y algas-
las sandalias
-alineadas con esmero-
y la blusa
que el agua rechazara.

Y en el aire
se hace ala
la aguda ausencia
de la que ya no es.

©Trini Reina/26 de mayo 2012

8 de junio de 2017

Vive...


Vive. No sé cuántos octubres se sientan en su espalda. Y no existe sistema que mida sus desventuras, pero deduzco que fueron tantas, que unidas vestirían de gris al arco iris.
La naturaleza la dotó de poco volumen, ajustada belleza y extensa voluntad. Voluntad que se fue apagando, llama a llama, a fuerza de reveses. En la penúltima reyerta, la mente se le distrajo y en el semblante le quedó la ausencia delineada; mas su mala estrella nunca entendió de banderas blancas ni hojitas de olivo, y en sus contornos continua desorbitada.
Vive
La vida no cesa de asaltarla, pero a ella tal animosidad ya se le escurre por las enaguas.

©Trini Reina/Octubre de 2009

Imagen de la Red

7 de julio de 2016

Lejos del agua


Un desatino sin nombre,
un vacío sin escala,
un desespero definido
que hiriendo se agiganta.

Un invierno en su apogeo,
una cordillera sin pausa,
una pena de cuatro puntas
atormentado las ijadas.

Una piedra a cada paso,
un destierro sin causa,
un silencio incestuoso
que alucinado brama.

Un dolor inalterable,
un chacal en las entrañas,
un ocaso que se deshoja
calando de añil el alma.

Una distancia violenta
entre pulmones varada,
un mapa de la fiebre
tutelando su piel en llamas.

Una tregua de dos océanos
-pido-
para este pez
lejos del agua.

© Trini Reina/ Julio 2012
Obra de  Mustafa Ozbakır

25 de marzo de 2016

¿Qué aguardas?, di.


¿Qué aguardas?, di.
Tú, solitaria sombra amarga,
ahí conspirando con la espuma,
mientras tu alma se adelgaza.
Di, ¿qué aguardas?,
sombra ajena a la fortuna,
mujer desnuda
de hombre y amor.

Tu cuello,
blanca luna que se recuesta,
tu boca,
sed y grito
convocando fuegos transparentes
que te alleguen,
 a esa orilla
que se te niega.
Tus ojos,
llamas negras y prohibidas,
lento humo para mi desvarío.

Mi vencida voz impaciente
se posa en tu figura impasible.
Y sigo aquí,
neutro heraldo que conmueve,
y en vano te nombra.

Y pierdo la verticalidad de este deseo
que fracasos sangra,
y giro dentro de la soledad que me cubre
con la sierpe de tu desprecio,
y me acuna la cóncava luz que deriva
hacia el témpano voraz
que en mi costado se demora.

¿Qué aguardas?, di,
suspendida en la arboladura
donde sentaste tu sombra.

©Trini Reina/Marzo de 2011
Obra de Claude Monet

25 de noviembre de 2015

Una mujer...


Una mujer
desgarra el telón del silencio.

De sus manos
caen las retorcidas alianzas
que vejaron su existencia.
La sangre –ahora suya-:
espuma y aire.

Una mujer
deserta de la intolerancia
y derrota a la noche amarga.

El valor envuelve sus cabellos
y la voluntad fortalece
al corazón malquerido.
En sus entrañas agonizan
mariposas equivocadas
y estrena razón y alas
que la elevan de la mentira.

Una mujer
vislumbra los violetas del alba
y la confianza desborda su espíritu.

A mordiscos arranca
la corteza a la esperanza,
hasta palpar sus ramas,
hasta beber su savia,
hasta que, a su renacer,
como olas templadas,
arriben las hojas áureas
de la victoria.

©Trini Reina/Noviembre 2009
Pintura de Valery Tsukahin

19 de octubre de 2015

A ti...


A ti, que vibras y brillas.
A ti, mujer completa.
A ti, que te habitas.
A ti, que eres Guerrera.
Y fluyes sensualidad
y sublimas a la entereza.

A ti,
a quien el alma se le torna
poder y esponja.
Y el cuerpo,
luz y delicadeza.
A ti,
que renaces peregrina;
noble roca y prudencia.

A ti, íntima ola,
luna hechicera.
A veces muralla,
a veces etérea.
A ti, plena a flor,
plena a fuentes.
Serena.
Rosa de rosa, tú,
y cadencia.

A ti,
aurora y noche.
Tú, mujer,
raíz y estrella.
Dueña de tu pasión y de ti.
Y libre.
Y Guerrera.

©Trini Reina /octubre 2015
Pintura de Alexander Shubin