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23 de julio de 2018

Sin la luz de Graciela


La semana sin ti es un hueco
sin propósitos ni risas.
Un ir cruzando horas
a la inquietud ceñida;
un huir de lunas y relojes
pues sus cifras suelen
alimentar la melancolía.

La semana sin ti es un vacío
de lunes a domingo,
que no llenan
ni flores ni libros ni fotografías.
La casa de soledad se achica,
y en su contorno se gesta la nieve
-sin la candela-
de tu esencia pequeñita.

La semana sin ti es ancho exilio
que sólo mitiga –a veces- la poesía.

©Trini Reina/Julio 2018

                                                                                                                                               *La semana sin ti/Tomás Segovia

13 de julio de 2017

De lo cotidiano... (Abuelos)


Dice la voz popular: hay gente para todo… Cosa que yo comparto, por supuesto. Y, como hay gente para todo, sé que existen abuelos que no quieren saber nada de sus nietos, hijos que no soportan a sus padres, padres que dimiten de sus hijos, dueños que dan mala vida a sus animales, y así...

Por tanto, y a lo que iba, confieso querer a mis niet@s. Adoro a la que ahora tengo, y sé que adoraré a los que, espero, más temprano que tarde, lleguen. 
Por eso me gustaría que, cuando un juez dicte sentencia de separación o divorcio, bien a favor de la mujer o a favor del hombre; bien en paz o en “guerra”; agregue una cláusula que hable sobre los derechos de los abuelos: maternos y paternos, por igual.

Sé que, en esta situación que comento, hay miles de abuel@s. Abuelos que SÍ quieren tener cerca y ser partícipes del criar y vivir de sus niet@s. Sus avances en el país de la vida: los primeros pasos, sus nacientes palabras, sus constantes preguntas, los cambios cotidianos. Secar sus lágrimas, reír al son de sus risas, mimarlos, dejarse abrazar por ellos y respirarlos y olerlos y sentirlos latir y abrazarlos… Abrazarlos tan a menudo como sea posible, y más. Que a los abuelos nos pesa la prisa y nos pisa el calendario…


PD:Ahora que todos luchamos y rogamos por los derechos de la mujer, cosa que hago y alabo, muchas veces pienso que las abuelas somos las grandes olvidadas, dentro de estas reivindicaciones, y por eso quiero recordarlo a diario. Recalcar que, también somos mujeres las abuelas… 

En una tarde de verano y calor y julio... Trini Reina

18 de enero de 2017

¡Las once!...


Quiero que las campanas toquen a once,
¡las once!, con su luz incandescente.
Que llames a la puerta, que entres…

Quiero abrazarte,
reflejarme en tus ojitos
de fulgor diferente,
oler tu pelo de brisa,
besar tus manitas inocentes,
acercar mi mejilla a la tuya…

Quiero escuchar tus pasitos
recorriendo mi pasillo silentes.

Te extraño tanto que,
cuando vienes,
en mareas se tornan mis ojos,
y mis vestidos,
de domingos resplandecen.

Quiero que en el reloj se claven las once
y llegues.
Llegues y avives mi espíritu,
que de ti adolece.

©Trini Reina/Enero de 2017

10 de junio de 2016

Luz celeste en tus venidas...

A Graciela
¡Ay! Tus ojitos con sueño…
¡puñalitos de brillo que se me clavan!.
¡Ay!, tus ojitos con bruma de siesta,
¡ay!, tus ojitos de clara obsidiana.

La ternura de tu inocencia
hoy viene de sueño ocupada.
El ansia de verte que horada mi costado,
y allá al fondo, al fondo se ensancha,
tendrá que aplacarse, mi niña,
pues el cansancio cuna demanda.
En tus párpados se mece, se mece,
el demorado sueño de la jornada.

La media súplica de tus ojitos,
la sonrisa a medias que tus labios pintaban,
tu callado: quiero y no puedo, abuela,
que el sueño, abuela, me gana…

Y te dejé dormir, niña.
Mis ansias de ti, niña, veladas.
Y te dejé dormir;
tan escasas junto a mi tus estancias…
Y te dejé reposar de tus juegos,
de tus –posibles- insomnios de madrugada,
del -acaso- no conseguir tus caprichos,
y del infame peso de las lágrimas.

A ti,
luz celeste en tus venidas,
añil incertidumbre en tus marchas,
A ti, te dejé dormir, mi niña,
duerme mi niña, ea, duerme.
En silencio, en silencio la nana.

©Trini Reina
Junio de 2016