Mostrando entradas con la etiqueta 2008. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 2008. Mostrar todas las entradas

23 de noviembre de 2025

Gente, domingo y arte

Mañana de cielos añiles, moteados de blanco. Frío. Intenso frío. Domingo de misa y noviembre...

Gente en el centro de las plazas y en las esquinas. Gente bajo las marquesinas, compartiendo y dialogando. Tabernas añejas y mínimas. Dulce vino y calor imaginario.
Besos fraternos, cordiales, enamorados. Niños que corretean o lloran. Padres exasperados. Coches de caballos y cocheros, al acecho de turistas extenuados. Palomas confiadas, farolas y semáforos. Estilizadas catenarias fernandinas –la avenida agradece el cambio –, bicicletas y carriles. Cochecitos con bebés que no se ven de abrigados. Gente yendo y viniendo, y el álgido viento sembrando inviernos.

Guantes rojos, bufandas y abrigos largos. Puestecillos de castañas asadas, regaliz, alhucema, incienso e incensarios. Aromas, humo, bullicio engalanado.
Falsas pieles sobre los hombros. Grandes bolsos, sombreros enlanados. Flemáticos mimos desafiando al frío y un gaitero que regala caramelos a quién aporta monedas a su canasto. Bancos y jardincillos, palacetes y naranjos amargos. Campanas y espadañas con las nubes compartiendo espacio. Gente que todo vende. Gente que poco gasta y mucho siente. Gente con apuros estacionados, porque hoy es domingo y hay que regatear al perseverante tren de los desencantos. En Plaza Nueva, Feria del Libro y San Fernando, que vigila, desde arriba, la ciudad que conquistó antaño.

Una joven, chaqueta de payaso, peluca y zapatones exagerados, reparte publicidad, calle arriba, plazuela abajo. Un chaval, de Mickey Mouse disfrazado, vende globos, o eso intenta, mientras maldice la crisis que lo abocó a este “fregado”. Gitanas morenas y anchas que ofrecen romero con insistencia a los paisanos y en Plaza de San Francisco bailan y cantan tres indios americanos. Su música nos retrotrae a las raíces del pasado. –¡Cuidado, atrás! – grita uno de ellos–, ¡el tranvía se está acercando! La gente se arremolina, mientras la flauta no ceja de emitir su quebranto. La Giralda, tan hermosa como una quinceañera sempiterna, se eleva sobre los tejados.

Ante la rejuvenecida iglesia de El Salvador, Dalí con sus esculturas está representado, “Carmen, La Crótalos”, parece que disfruta del ambiente y fulgura. Sobre el Cristo de San Juan de la Cruz, un rayo de sol, brillante y sin fuerza, reverbera y, en la sombra, parece que tirita el “Tritón alado”.
Y a las puertas del Ayuntamiento, bajo el cielo de Sevilla iluminado, es un lujo disfrutar de Auguste Rodin y su arte extraordinario. A saber, qué estará “El Pensador”, sobre nosotros cavilando.

© Trini Reina/2008

15 de octubre de 2025

De la mano del invierno

Tan seguro marchaste...
¡qué largos tus pasos!
Las zarpas del invierno
te incitaron a huir de la primavera
con que mi pasión te coronó.

Y saliste. Al frío saliste
por el surco más estrecho de mi alma.
Cautivo el adiós en la garganta.
Acallado el latido leve
de tu corazón de escarcha,
y sin luto en la mirada,
desataste las amarras del puente
que un día a mi te allegó.

¡Tan firme en tu renuncia!
De la indiferencia,
empuñando la espada,
como un arcángel ignorado.
Así truncaste las ramas
de mi amor reverdecido
hasta que sólo quedó…
una hoja rezagada.

©Trini Reina
03/11/2008

14 de agosto de 2025

Entelequia

Imagen de Peter H en Pixabay

Cerradas gimen las puertas del recuerdo.
Mi corazón, férreo carcelero,
para salvaguardarse,
al abismo arrojó las llaves.

Y allí, en la oscuridad yacen,
frígido metal hiriente.
Sólo la añoranza,
águila intransigente,
afinando sus garras
se atreverá a ir en pos de ellas.
A riesgo de, en la travesía extrema,
perder para siempre
el orgullo de sus alas.

©Trini Reina
20/02/2008

30 de julio de 2025

En memoria de Laura

Autor de la pintura: Vicent Van Gogh 

Buscan consuelo los que te aman,
y no perciben el alba,
por mucho que el sol acuda a su cita cada día.
Fuiste tú, estrella morenita,
esa que con su resplandor los alumbraba.

Luna era la sonrisa en tu boca,
y en tus ojos nadaban dos luceros.
¡Y qué bonitos, tus rizos de terciopelo!
Sensible, como una rosa en la alborada,
corazón inmenso para tus años;
sin límites concedías la serenidad
que derramaban tus niñas manos.

Eras de otra esencia,
demasiado especial para este agreste mundo
en el que vivimos.
Y el destino,
ese dios omnipotente,
con cruel premura te reclamó a su lado.
Brotaron alas en tu alma y allá,
a ese lugar donde solo habitan los bendecidos,
te elevaste una mañana.

Buscan consuelo los que te añoran
y no hallan respuesta a su tristeza.
Solo les reconforta la gloria del conocerte.
A ti, estrella morenita, de luz incandescente.

© Trini Reina
02/10/2008

Nota de la autora:
Al recital que ofrecimos unos amigos y yo el pasado junio, entre el público asistente, se encontraba Laura. Pienso que ella, a sus ocho añitos, comprendió y disfrutó de los poemas recitados, más que muchos de los mayores que presenciaban el evento, no en vano, Laura nació con corazón y alma de poeta, y estoy segura de que, como tal, ejerce allí, en esa estrella que hoy habita, y donde ahora ofrenda poemas a los ángeles.

29 de julio de 2025

Lentamente

Obra de Adela Casado Cano

Lentamente, porque así las mataste, en mis labios murieron las ansias de besarte. Luego, perdieron sus alas las caricias, al no tener piel donde posarse y, lánguidamente, como rosas sin tallo, a los pies de un impío sol abandonadas, se fueron marchitando en mis manos.

Dormidas se quedaron las risas que para ti despertaban en mi boca y el fulgor iluso que antaño pintabas en mis ojos, como un astro efímero, se fue deslustrando.

Porque tú la mataste, en mí, acabó muriendo la cegada confianza que enarbolé cual bandera durante todas las auroras que te creí a mi lado. El desencanto me arrancó, de un tirón, el bruno velo de ese sueño; y con templanza asimilé que todo aquel idilio fue una gran mentira.

Porque tú la mataste, murió aquella complicidad que ante mí te agrandaba y que tantas aflicciones atemperó en su día. Y la ternura, que de la fontana de mi pecho hacia ti fluía, acabó por agostarse.

Y un día, no sin asombro, descubrí que sobre la hoguera donde creí perenne el deseo, una fina y tenaz nevada se abatía y, con parsimonia, terminó apagando la exaltada pasión que por ti sentía y que mi corazón, en su candor, creyó sempiterna...

©Trini Reina/2008

23 de julio de 2025

Epílogo

 

Una a una rompí, ensañándome acaso,
las hojas ligeramente sepias de aquella finada fábula.
Ante mí quedaron trizas inanimadas,
como pétalos arrancados a una rosa marfileña:
Aquel beso morosamente delineado,
con el lirio de mis labios y el ímpetu de tu boca;
aquellas caricias fieramente fugitivas,
el deseo desarbolado, la ternura inquieta;
asoleadas tardes que se escapaban de la piel,
pese a nuestro afán de eternizarlas;
eternas noches extrañándonos;
auroras tornasoladas,
días huecos de no encontrarnos o pletóricos,
en que el amor nos encadenaba con su seda.

Luego llegó el terrible epílogo y, de su mano,
el fragante olvido.
No hubo lágrimas durante la incruenta inmolación;
se habían agotado en la extraña travesía.

Una sonrisa demorada fue ese día mi compañera.

©Trini Reina
11/12/2008

22 de julio de 2025

Tránsitos


Rodeada de un jardín que frecuentó mejores primaveras, la casa vacía gime, como Julieta rechazada.

Crepitan los guijarros de la entrada, desacostumbrados al peso de los pasos, y protestan los goznes en la puerta enmohecida. Un hálito viciado recibe a quién un día fue dueño de las llaves. Desde fuera, las ajadas ventanas, sin la caricia de los visillos, semejan cuencas ciegas. Se percibe el dolor de las paredes, gritos que nunca descifraremos, y la huella que dejaron los espejos expoliados, la mirada martiriza.

Agazapada en el raído sofá, dormita la soledad, cansada de su reinado sempiterno. Sobre la destartalada mesa, los papeles amarillentos nos cuentan una historia apulgarada.
En el dormitorio los sueños se desperezan sobre el esqueleto de la cama y al antiguo morador, al presagiarlo, le crujen de humedad los huesos.

El sol penetra a través de las lágrimas de los cristales y las sombras se persiguen, tropezando en los rincones... desquiciadas.
Las arañas hilan encajes en las destartaladas aspas de la lámpara y fundidas, las bombillas, emulan estrellas muertas.

En el aire, un leve aroma de consumidos tiempos, la estela de amores gozados y destruidos, un reverberar de niños apurando la infancia; el eco de voces y risas que emanan desde las entrañas del pasado.

Por los pasillos desfila la ausencia, tocada de pardo velo.

Él transita cada espacio memorable, sus dedos se demoran en los tabiques desconchados y los recuerdos se desfondan en cascadas. El polvo lo envuelve todo y en el corazón exiliado de quién con nostalgia lo contempla, la sangre, por un instante, se torna ceniza.

©Trini Reina
01/09/2008

21 de julio de 2025

En principio

En principio fue tu corazón el que, voluntariamente, se arrojó al abismo de la ausencia. Y luego, a dolor lento, he ido perdiendo todo de ti.

Los fugaces amagos de pasión que, por error, me brindaste se tornaron nebulosos y tu imagen se volvió sepia para anular, en mi retentiva, cualquier aire de tu rostro.

Las letras se desarticularon hasta perder sentido y desvanecerse de tus amarillentas cartas. Las promesas se licuaron, como fugitiva nieve al sol, y enmohecida, al fin, agonizó la esperanza.

No me queda nada de ti. Ya se ahogó tu mirada en el agua de mi espejo y el tiempo apagó la pálida luz de tu risa; inclusive el recuerdo, que como oro protegí, en ese lugar de mi alma a tu amor reservado, se ha convertido en plomo o, al menos, tan poco vale; y como tal pesa.

©Trini Reina
26/05/2008

20 de julio de 2025

Sueños

Imagen de la red
He soñado que el reloj se paraba
y lento, como un dolor de madrugada,
comenzó a retrasar sus manecillas.

He ido desandando caminos.
He retornado a desojar margaritas.
He vuelto a sentir bajo mis pies
la dulce inquietud de conspiradora orilla.
Donde nuestros brazos se reconocieron.
Donde los labios, a besos, la sed eludían.
Donde dos corazones incendiados de pasión,
enloquecidos, tañían,
y dos almas entregadas
descubrieron la alegría
que el amor es capaz de otorgar
a los que, pacientemente, lo perseguían.

Desperté enamorada,
el corazón palpitando de dicha.
Abrí mis ojos que brillaban.
Te vi, y me sonreías.

©Trini Reina
08/04/2008

 

17 de julio de 2025

A pesar

Autor de la pintura: Vincent Van Gogh

A pesar de tu voluntad,
que lucha por huir de esa prisión
donde el alma yace encadenada,
a pesar de que tus alas,
a fuerza de ti, han parido nuevas plumas,
a pesar de que a diario
el cielo te otorga su azul de gala
y que el viento,
que sopló sobre las nubes hasta espantarlas,
dispuesto está a tu antojo plegarse
y contigo libre alzar el vuelo,
a pesar de que tu corazón
despreció su vieja sangre
hasta eliminar de sus adentros aquel amor ingrato,
a pesar de que lo enterró, sin sudario,
entre las escorias del olvido,
sigues cautiva de esa tristeza,
que de negros laureles te corona.

Mientras,
yo anhelo que de ese largo dolor te desprendas
y así, ya retornada del exilio, en tus labios florezca la risa
y de tus ojos broten a racimos las estrellas.

©Trini Reina
14/07/2008

14 de julio de 2025

Días

Autor de la fotografía: Goathemala

Días de vergeles o abismos.
De acerbas lágrimas o asoleadas risas.
Días de laureles o vino amargo;
visibles o invisibles días.

Días amables que se eternizan,
y marcados a fuego permanecen
en el riguroso pergamino de la vida.
Días que a la melancolía se adhieren
y anhelas incinerarlos en la memoria,
con tesón y cal viva;
pero hasta las cenizas duelen
y el olvido te esquiva.

Días de inútiles silencios,
de canoros pájaros,
de palabras suspendidas.
Días austeros incluso en sus grises.
Índigos y rumbosos días.

Días sublimes hasta el pecado,
o subrayados de insidias.
Días de soledad y cipreses.
De auroras y siemprevivas.
Días sonorosos, cual fragor de olas.
Días mortecinos que hieren las horas en su agonía.

Hay días en que el alma,
a medio latido,
suspira, suspira, suspira...

©Trini Reina
De los poemarios"A medio latido del alma" y "Azules atardeceres de la memoria"

9 de julio de 2025

Viaje de vuelta

Imagen de la red
Te ha malherido el desengaño. Robó tu certidumbre, la terrible dama blanca. Con alevosía saqueó tu ilusión y de raíz seccionó el amor que de tu ser emana.

Por los corredores empolvados de la que otrora fue tu casa, la fe que en la vida pusiste arrastra su mortaja. El sol se cuela por la soledad de las ventanas y las sombras suspiran sobrevolando tu joven alma. En las paredes, ahora desnudas, reverberan las risas, los propósitos imposibles, las edulcoradas palabras y el eco de la realidad te devuelve, a jirones, la esperanza. En la cocina reposan los vasos, velados de polvo y nostalgia. Las sábanas ya sólo abrigan el tremendo vacío que se apoderó de tu cama.

Todo allí te pertenecía, excepto la envoltura que lo guardaba y cargaste en la maleta los restos de la felicidad truncada.

Despliega su furia el verano, el sol achicharra la tierra en esta tarde que sangra y en tu semblante el dolor transforma en luna la palidez de tu cara. Ante ti se abre un camino de duros ángulos y vastas murallas.

Cierras la puerta tras de ti, abarcando el fin con adolorida mirada, las lágrimas se niegan a surgir, tu corazón se las traga.

Te ha malherido el desengaño. Robó tu certidumbre, la terrible dama blanca. Con alevosía saqueó tu ilusión y de raíz seccionó el amor que de tu ser hacia su ser emanaba.

©Trini Reina
12/06/2008
Del Poemario "Azules atardeceres de la memoria"

30 de junio de 2025

Simas

Imagen de la red
Como desde las afueras, se asoma al pozo sin fondo que le ocupa, hoy más que ayer, el alma.


Quieta. La mirada sobrevolando la holgura de lo hondo; los pulmones a medio respiro; observa las fauces de la soledad que allí, soterrada, la reclama. Si piensa en la sucesión de años por vivir, inmersa en ese país de tinieblas, le gana el vértigo.

¡No! Grita alguna partícula de esperanza que aún en su seno habita. 
¡No! Testaruda, acentúa su rebeldía en vano... La mente se deja amamantar por la tristeza.

De vuelta a la sima que irreverentemente la atrae, cierra los ojos cansados y se entrega a la efímera muerte del sueño, y ya, dormida, la sal de una lágrima se solidifica en su mejilla, testigo de la desesperanza que la abarca.

©Trini Reina
12/10/2008
Del poemario "Azules atardeceres de la memoria"
 

29 de junio de 2025

Dónde

Imagen de la red

¿Dónde fue a morir la ilusión, alimento de esta alma ilusa?
Aquí marchita de tristeza y hambre, con su letanía me conmueve.

No hay música que despierte, de su tumba o su letargo,
a esa ilusión que antaño de juventud tejida,
a este espíritu árido y gris de hoy de sueños proveía
y que, en su alegría, al cuerpo que ahora, más que portarlo, padece,
en perpetuos arco iris ceñía.

¿Dónde fue a morir la ilusión, otrora fontana, del alma mía...?

®Trini Reina
02/01/2008
 

18 de agosto de 2018

Agosto (De lo cotidiano)



Los jazmines, exhortados por el sol de la mañana, exhalan su fragancia, que se mezcla con el olor de la tierra sedienta que alguien acaba de regar.

Al trote marcha un perro de raza indefinida. Va sin resuello, la lengua fuera, jadeante. Al cruce surge una chica que acude a trabajar. En sus andares se adivina la escasa alegría que promete la obligada cita. A lo lejos dos señoras suben, a paso cansino, las escalinatas de la iglesia.
Los obreros se afanan por terminar las labores en la solana y así, a mediodía, conquistar la sombra.

Algunos árboles cercanos, barruntando el otoño, ya exhiben un amarillo temprano en sus ramas y, a los pies, muestran una alfombra incipiente de hojas muertas.

El pecho descubierto, aceitado, y más bronceado que San Lorenzo, un señor, recién traspasada la cuarentena, corre. En las manos porta dos pesas deportivas. No puede más, aminora la carrera, suda y boquea, intenta reanudarla, es imposible, a duras penas acepta su derrota y busca el camino más corto hacia su casa.

Las nueve de la mañana. Las campanas repican a misa matutina. En el parque contiguo los jardineros se esmeran con el césped y al aire, hoy de Poniente, lo hiere el penetrante aroma de la hierba segada.

Recién amanecido el día y ya se ciñe su tórrida vestidura de agosto.

 ©Trini Reina/ agosto 2008

7 de julio de 2018

Azures aires


Azul te descubre mi mirada, pueblo mío.
Azures se respiran tus aires.
Enamorada soy de tus albas
y, del fulgor de tus crepúsculos, amante.
Olvidado e íntimo fuiste,
aunque ahora duelas de grande;
mas el eje donde nací conserva,
la raíz inalterable.

Me abruman los años, pueblo mío.
Con cinco sentidos admito contemplarte.
Mis pasos adrede se demoran
en la placidez de tus calles,
como si les fuese la fe y la vida
en paladearte.

El verano te amarillea las facciones.
Y en primavera rezuman pasiones tus parques.
Los naranjos florecidos aroman
los sueños de tus habitantes.
Y en las palmeras cabriolea,
sin rienda el levante.

Ya no vuelan mis pupilas
buscando horizontes inalcanzables,
ahora, serenas mis alas,
en tu seno anhelo quedarme,
hasta el último de mis suspiros, pueblo mío;
cuando el exilio final me allegue
a las fronteras de mi sangre.

©Trini Reina/2008

20 de junio de 2018

Verdinegros



De sobrio encaje sus ramas.
Verdinegros.
Veteranos espectadores
de incontables duelos.
Observan, estáticos y esbeltos,
lo que otrora fue camposanto,
y ha transmutado en jardín
de infantes juegos.
Hoy la risa de los niños los empapa,
como antaño el llanto por los muertos;
testigos fueron y son
del brusco vaivén de los tiempos.
Mas ahí continúan,
inquebrantables, eternos.

Los cipreses:
dignos escoltas del viento.

©Trini Reina/8 de octubre de 2008

10 de junio de 2018

Pensando...



Los pensamientos vagan, excitando la añoranza por los gastados años o ensanchando aún más la gratitud por lo vivido. Silentes, golpean las sienes, desbordados. Enmarañados unos con otros nos llevan al pasado o atraen al presente y, a menudo, se interrogan, machaconamente, sobre el devenir.

Alguien requiere nuestra atención y nos sentimos liberados del caos de la mente. Entonces los pensamientos se retraen y, como fieras heridas, buscan su cubil, no sin antes, haciéndonos un guiño con ironía, certificarnos su retorno.

©Trini Reina/24/08/2008
Obra de Auguste Rodin

7 de mayo de 2018

La noche...



La noche se desata
con bruno esplendor…

Mi alma no frecuenta sus estrellas,
ni el corazón palpita
ante el amarillo influjo de la luna,
aunque, en ocasiones,
le tiente perseverante su hermosura.

La noche se desata
con bruno esplendor…

Mis pasos se demoran
en las calles noctámbulas.
Y el espíritu, afligido,
galantea con la negrura
en un diálogo silencioso.

Hoy, disidente, te beso,
Te beso a pesar del celaje que me ciñe.
Mi ser empatiza con el tuyo
y sigo el gélido marchar de tus horas.
La brisa sonámbula te recorre
y al unísono la respiramos.

Porque hoy tú, noche,
has conseguido…
penetrarme hasta los huesos.

 ©Trini Reina/2008

12 de abril de 2018

Instantes


Entre tus manos confinaste las mías;
nunca hubo prisión más dulce.
Todo el peso de tu deseo
en aquella caricia,
todo el ancho del amor
en la yema de mis dedos.

Luego, aún las manos fundidas,
apartamos de ellas la mirada,
y se encontraron nuestros ojos.
Espejos que jamás necesitaron
la pericia de la palabra.
Todo el peso del deseo
en ese tu contemplarme,
todo el ancho del amor
en mis pupilas.

El mundo detenido.
Interrumpieron los pájaros el vuelo.
Cesó el viento de bambolear ramas.
Hasta el mar enmudeció las caracolas
y decretó silencio a sus olas.
Todo el peso de tu deseo
a mis sentidos suspira.
Todo el ancho del amor,
en mi corazón danza.

Tú y yo,
suspendidos en ese instante recogido,
donde concordaron nuestras almas.

®Trini Reina 28/08/2008
Obra de James Crandall