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16 de julio de 2025

Jardín sin jardinero

Imagen de la red

¡Qué desolado luce el jardín sin jardinero!
Plomizos y anémicos son sus colores y, como cenizas,
se agrisaron en pleno sus verdores,
como esos amores que en solitud suspiran.

¡Ven, que tengo sed de tu agua, jardinero!
¡Qué tristeza en este jardín se respira!
Anhelo tu lluvia de besos y, de tus manos,
el embrujo de sus caricias.

Jardinero, a tu corazón solicito su dulce semilla.
Deja que germine en mi pecho,
que de ella broten
las flores más sencillas:
granates amapolas, como mariposas suspendidas,
una cascada de jazmines y un diluvio
de risueñas margaritas.

Ven y dame tu esencia, jardinero.
Ven y que tu savia de ternuras riegue mi vida.
Yo te prometo, de mi pasión, el fuego.
Y, a manera de galardón,
aquella estrella que tanto brilla... en el cielo.

©Trini Reina
26 de octubre de 2006

15 de julio de 2025

Contigo

Imagen de Tom en Pixabay
Eres tú la brisa que esponja mis alas,
y el viento que me eleva sobre la vida.
Son tus caricias las que hacen vibrar mi piel,
y a mi alma, eres tú la luz que la ilumina.

Tú eres el sol que broncea mi espíritu, 
y la luna que mi sueño vigila. 
Contigo son más azules los cielos,
y de noche, eres la estrella ante la que mi oscuridad declina.

Eres tú mi paz, mi hogar, mi energía…
Contigo muere mi llanto y resucitan mis sonrisas.
Porque tú, eres el fuego que enciende todas mis líneas,
y la pasión que con su embrujo mi superficie aviva.

Contigo se abrevian las penas y se duplican las alegrías.
Eres tú para mi corazón, el palpitar que lo encandila.

©Trini Reina/2006

12 de julio de 2025

Si tú quisieras

Obra de Oskar Kokoschka

Si tú quisieras, por ti yo sería amanecer que se despliega. O si te empeñas, noche embrujada tachonada de estrellas.

Si tú quisieras, vestiría los esplendentes colores de la primavera. Y si sombras es lo que anhelas, robaré al otoño los dorados matices que lo enseñorean.

Si tú quisieras, con mis manos para ti lazaría la luna, y la pondría a tu derecha. Y al sol imploraría que con sus rayos, luz y calor te conceda. Y para ti, un reino fundaría, si tú quisieras, donde reales se hicieran las altas quimeras.

Si tú quisieras, embalsamaría mi piel con aromas de clavo y canela, así tus sentidos se hechicen, y en ella se pierdan. Y te donaría mis besos de ternura, y también, los que toda mi pasión encierran. Y a caricias tatuaría tu cuerpo, de pies a cabeza.

Si tú quisieras, te traería del mar una ola de espuma quieta. Y una playa blanca donde liberto vivieras. Y en las alas del viento, sí tú quisieras, yo iría contigo hasta los confines de esta tierra.

Si tú quisieras, sí tú me quisieras, mil palabras de amor mi boca emitiera. Pero como no me quieres, las guardo en mi cofre de letras y de vez en cuando las oreo; y compongo una poesía con ellas.

©Trini Reina/2005

6 de julio de 2025

¡Calla, poeta!

Obra de Silva Bender

¡No lo repitas, que no te creo, poeta! Pregonero del amor. Adepto de los idilios. Me niego a ponerle ese nombre que ensalzas, a esta dulce tortura que padezco.

¡No te empeñes, trovador! No llames amor a lo que por ella siento. Sólo es una oscura pasión. Ternura que de mis entrañas brota y, sin aquiescencia, de mis manos se desprende.

¿Amor? No, de él reniego.

No insistas, poeta. ¡Márchate a otros lares con tu cantata! Que mi corazón no está herido por las saetas del amor. Sólo sufro unas ganas desaforadas de verla reír siempre. Un afán por borrar la huella del llanto en su mirada. Un delirio que en mi mente, cual obsesión, clavó sus zarpas.

¿Amor? No, de él reniego.

¡No me exhortes, poeta! Que no estoy de ella enamorado. Que sólo es un sueño que pretende asediarme, mientras yo maldigo estas ansias de abrazarla. Este anhelo de mujer que me golpea, desde la piel hasta el alma. Este capricho del cuerpo que, por momentos, al cielo me eleva, o al infierno me arrastra.

¿Amor? No, de él reniego.

¡Aparta de mí tu insidiosa balada! Que no la amo, rapsoda, seduce otros oídos con el azúcar de tus palabras. Llévate lejos de mí esas odas que, como cantos de sirenas, aspiran a que claudique y me postre; ante esta locura que me desarma...

©Trini Reina/2006

14 de octubre de 2017

Mi soledad y yo...


Mi soledad y yo hace tiempo que firmamos una alianza de no agresión: testigos fueron su malasombra y mi hastío.

Ella hizo voto de no tiranizarme con su insidia. Y yo, prometí no acunarme junto a sus zarpas. 

De vez en cuando, me dejo arrastrar hacia su silencio y ella, leal, me zarandea recordándome nuestro convenio.

Otras, es ella, olvidadiza, quien se cuela por rendijas y puertas; viscosa y muda, y yo, para que no me seduzca le cierro mis recovecos.

Cuando en los alrededores la algarabía hiere mi sosiego, la reclamo, y ella a mí acude engalanada de añil. Y entonces yo, cansada, me dejo acariciar por sus manos arrulladoras…

Pero, cuando sin requerirla aparece de negro paño vestida, antes de que macule mi alma; extraigo de mi seno el pacto sellado, y le recuerdo su compromiso; y aunque ella se empecine, y pretenda quedarse en mis estancias más de lo acordado, me armo de voluntad y la desdeño.

Mi soledad y yo…
Llevamos años gozando de una sublime coexistencia.

©Trini Reina/1 de agosto de 2005
Obra de Eduardo Argüelles

25 de septiembre de 2017

Vigilia


En mi cuerpo la tristeza arde como frente enfebrecida. Avanza la noche sembrando estrellas que en mis ojos no brillan.

Llevo al invierno ceñido a la garganta y al estío clavado en las pupilas. Nunca en mi pecho ocupó tanto espacio la melancolía.

Enmudecido el aire, acompaña mis horas grises. Antes me coronaron otros silencios, mas no tan hondos ni tan nocivos. Toda mi piel tiembla de soledades y no existe tacto que la consuele, ni leves palabras de dulce abrigo.

Esta noche de nuevo mostrará sus garras la vigilia, convirtiendo los minutos en eternas pesadillas. Hasta que al alba cante el gallo y huyan los fantasmas, temerosos del tributo de esperanzas que aporte el día. 

©Trini Reina/2005
Obra de William Oxer

10 de marzo de 2017

Azules rotos


Bajo un cielo de azules rotos
vaga mi amor cansino y solo.

Perdió la partida,
renunció al deseo loco.
La ausencia se llevó a su par
y, de paso, el fulgor de los ojos.
La cumbre del olvido remonta mi amor.
Camina lánguido y cabizbajo.
lleva la soledad a cuestas
y el orgullo ultrajado.
Tras de sí remolca los sueños
como arrastra las cadenas un esclavo.

Profundo como es,
con tanta holgura y calado,
el silencio lo aureola de sombras
y la añoranza, en él, hace estragos.
El desencanto que padece,
vorazmente, vida le mermó
y de harapos, un sudario le adjudica el desamor.

Bajo un cielo de azules rotos
vaga mi amor.
Y en cada huella que deja,
como un sol caduco,
le agoniza el corazón.

®Trini Reina/
3 de Marzo de 2006
©Mis fotos

28 de febrero de 2017

Al trasluz


Sintió su alma devastada por el rolar del tiempo y los desengaños. Y, desde otra dimensión, escuchó el lamento de ese corazón, despilfarrando latidos que nadie oye.

Y reparó en la agonía del calendario, que perdía pétalos a toda prisa,
y percibió la decadencia de su risa contra el dominio de su llanto.

Observó su cuerpo, por los años marcados, y compadeció esa piel tan
huérfana de ternuras. Y la soledad del que no está solo, punzó tan hondo como siete espinas.

©Trini Reina/2006
Obra de Candace Charlton

31 de julio de 2016

Dos que callan...


Y pasa el tiempo y el silencio abre brecha entre dos que callan.
El hielo forja caminos, enmoheciendo las distancias.

Se ciñen los sentimientos y se escatiman las palabras.
Se dominan los deseos
y el orgullo apacigua lo que pugna por brotar del alma.

Y todas las cosas por decir,
las que importan y las que carecen de importancia,
se esconden bajo la lengua
o se ahogan en la garganta.

Se suceden las estaciones
y los “te quiero” de hoy, al callarlos,
se convierten en los rencores de mañana
y el desamor, caballo desbocado, campando va a sus anchas.
Hasta que un día, al despertar, sólo encuentras soledad
al otro lado de la cama.

Y pasa el tiempo y el silencio abre brecha entre dos que callan.

©Trini Reina
11 De Noviembre de 2005
Obra de Gustave Caillebotte


19 de marzo de 2016

Pero no puedo...


Si yo pudiera, cada noche te resguardaría en mi matriz para que las sombras de la madrugada no anidasen en tus ojos. Ni al alba los luceros te vulnerasen con su brillo. Ni el viento noctámbulo se atreviese a remover tu pelo. Ni los rayos de Selene, aturdiesen tu reposo…

Si yo pudiera, desentrañaría mis dotes de guerrera, y contra el mal que te rondase lidiaría cual Némesis vengadora. Y sin temor, desafiaría a tus propios errores, y a todo aquél, hombre o mujer, que daño causarte ambicionaran.

Si yo pudiera, corazón mío, como un aguerrido Cerbero, guardaría tus puertas, y mordería a cualquiera que tu malaventura urdiera. Y me volvería espuma, o guante de seda; para que cuando enfiles senderos peligrosos, ni tus pies ni tus manos colisionen 
con guijarros lacerantes.

Pero sólo soy un ser humano, que te ama más que a su esencia. Ésa, que incubó tu semilla, te parió, y te plantó en esta tierra, a merced de los azotes de la vida, a la voluntad que tu destino, en una remota estrella escribir quisiera.

¡Ay! Si yo pudiera…

©Trini Reina
Agosto de 2006
Obra de Montserrat Gudiol

25 de abril de 2009

Miel y vino

Autor de la pintura:John Atkinson Grimshaw "Silver Moonlight"

Atadas tenías las manos y deambulabas dentro de un circulo. Yo abrí, con las armas de mi alegría, en éste, un resquicio.

Entré y liberé tus manos, y tú a mí te diste, agradecido. Bajo mi sombra te amparé y te ofrendé mi abrigo. Y fue mi pasión el candil que alumbró en adelante tu destino.

Compartiendo mutuas soledades escalamos hacia el vértice de un amor de miel y vino y, en el trayecto, sembramos jardines de rosas, claveles y lirios, donde quedaron sepultadas las reliquias de inveterados suplicios.

Algo me retuvo en la subida y, dadivosa, te alenté a proseguir el camino, mientras rezagada quedé, a merced de las tinieblas que, en mis contornos, fue entretejiendo el hado indigno.

No volviste atrás la mirada, en tu travesía hallaste nuevos peregrinos. Grité para que por mí volvieras y me alzaras de las arenas movedizas donde había caído. Pero ya en tu corazón gozaba de vasto espacio el olvido, ese buitre indomable que, en tu voluntad, fundó su nido.

Ahora son mis manos las prisioneras. Ahora soy yo quien vaga dentro del círculo, mas tú sobrevuelas a tanta altura, que imposible es que te alcance mi invocación de auxilio. Y en caso de que rozara, el eco de mi voz tus oídos, mirarás hacia otro lado y dirás, que fue un caracoleo del viento, o acaso, un espejismo.

©Trini Reina
9 de octubre de 2006
Reeditado el 05/09/2008

18 de abril de 2009

La vida desde fuera

Imagen de la red

Veía la vida desde fuera, apostado en un balcón de nubes, contemplando las intrascendencias que al ser humano, allá abajo, angustiaba.

Algunos, presuntuosos, cegados al presente, mientras ambicionan visiones irrisorias de futuro. Y otros anclados en un rancio pasado, intentando reproducirlo una y otra vez en el ahora, negando la evidencia de lo inútil del afán; porque sólo es real el período que vivimos.

Y, desde ese alcor de nimbos, hay veces que se sonríe ante tanta banalidad infecunda, ante esa absurda discordia, y otras, llora, oscilando con incredulidad la cabeza, al observar tal desperdicio de ideas, de energía vital, de amor, con y sin fuego, de tiempo inadecuadamente invertido. Mientras obvian la esencia, la razón del existir, la médula de la vida; ensimismados en fútiles menesteres.

Y se suceden los años. Caen como hojas de otoño las páginas del calendario, arrastrando tras ellas las cenizas de los días sin usar, o, peor aún, de los días mal usados. Y, desde ése balcón de nubes, se desprende una fina llovizna, a manera de desesperanzadas lágrimas.

©Trini Reina
24 de septiembre de 2006

La arribada

Autor de la pintura: Paul Delvaux (Robe de Meriee)

Arribó el amor. En aquella estación, ya nadie lo esperaba, tan avanzada la noche. Llegó el amor, y recorrió los fríos andenes, y en silencio, paso a paso, fue dejando vestigios de prodigiosa calidez.

Nadie lo esperaba. Desde un vagón fantasma, descendió el amor, envuelto en niebla, vestido de humo. Se presentó sin valijas visibles; pero traía las alforjas del alma sobradas de sentimientos. Como un ilusionista, de su chistera surgían: requiebros, besos, suspiros, rosas y caricias… Dadivoso hechicero desplegando por doquier sus sortilegios.

Llegó el amor. Y aquella alma solitaria, que se vanagloriaba de ser la soberana del escepticismo, ésa, que hasta entonces se limitaba a ver pasar los trenes, ante aquel vendaval de seducción que contra ella arremetía; sólo pudo abrir los brazos, y entregarse sin dilación, a tan insigne viajero.

©Trini Reina
12 de agosto de 2006

14 de abril de 2009

Habló el alma

Autora de la pintura: Isabel Navarro Verdú

Dijo el alma que estaba agotada, que ni fuerzas para querer tenía. Que por andar tanto tiempo metida en infructuosas pasiones, había quedado en un estado deplorable, y hasta la sangre que la alimentaba se había tornado cuajada y oscura.

Dijo el alma que no pariría más versos. Que no impulsaría hacia la mente más ráfagas de rimas. Que no viajarían por sus raíles más palabras de concordia. Ni emitiría esos rápidos telegramas, que salían de su esencia, cargados de poemas.

Dijo el alma que, como tal alma que era, se merecía un inyectable intravenoso de sosiego, varías dosis de jarabe de calma, y alguna ramita de olivo, paradigma de la paz, aunque fuese triturada y en grageas.

Dijo el alma que no se cansó de amar; sino de ser mal amada. Que no renunció a cantar, pero se hastió de que su canora voz, en favor de los gritos, fuese ignorada. Dijo el alma que, por sus poros, se infiltró la melancolía, como espuma emponzoñada.

Y le contestó la mente que también ella estaba fastidiada. Harta de sobrellevar la alianza con la cordura, grabada a cincel y espada.

Y ahí están las insurrectas: alma y mente hermanadas. Las dos, de la mano, se han ido esta noche de parranda, cediendo el mando al corazón que bosteza en su caja solitaria. Y aquí queda el cuerpo, con la mente zanganeando y el alma cerrada, y con la esperanza de estabilizar el seísmo que sacude desde su núcleo a su sombra, desde su andares a su mirada…

©Trini Reina
5 de agosto de 2006

12 de abril de 2009

Yo te saludo

Autor de la pintura: Paul Delvaux

Buenas tardes tristeza. Dime: ¿No tenías otras almas que visitar hoy? ¿Sólo te restaba plantar tus pezuñas en la mía? ¿A qué has venido? ¿Por qué así de tapada, con ese lóbrego pañuelo ocultando tu boca? Si de sobra conozco la dimensión de tus colmillos. ¿A qué te encubres, quizá pensaste tomarme desprevenida? ¡Qué error! Si, durante todo el día te he estado barruntando… ¿Qué pretendes con tu insidia, causarme así más daño con tu mordida y tardar una eternidad en soltar tu bocado?...

Buenas tardes tristeza. Yo te saludo con una acidulada sonrisa aflorando a mis labios. Como si fueses una impertinente camarada a la que no tenemos más remedio que abrirles nuestras puertas e invitarla a pasar…Mas, quiero que sepas, que a ti voy a enfrentarme con arrojo. No podrás destruir mi fachada, por mucha sombra que sobre ella irradies. Y a mi espíritu, de este acoso protegeré, aliándome con la esperanza.

¿Qué dices ahora, tristeza? ¿Cruzamos las armas?...

©Trini Reina
25 de junio de 2006

Daría

Autor de la pintura: Pierre Auguste Renoir
Daría las rosas, todas las rosas que en mis jardines brotan,
por borrar de tu mirada ese viso de derrota que te hace compañía.

Daría la libertad a mi sonrisa, y la dotaría de alas,
así se posase traviesa en tu boca, y a tu sonrisa, despertara.

Daría las caricias que me sobran, y si de tanto darse se agotan,
algunas nuevas concebiré; sin desalientos ni demoras.
Para que así, tu piel, a fuerza de lisonjas, recobre la pasión, que perdiera otrora.

Daría una ola de esperanza, que anegase y diese fin, a ésa tu desesperanza.
Ésa, que he visto apoderarse de tu ser, y que con el paso del tiempo, en tus centros se arraiga.

Y es que por verte feliz, daría hasta mi alma. Como ya te di mi corazón, antes de que te percataras. Como te transferí mis sentimientos. Como te ofrecí sosiego y agua; para aliviar tu sed de paz,
y apagar el incendio que tu espíritu mata.

Porque es tanta mi querencia, que por ti, amor, lidiaré contra el abismo de tus noches, hasta alcanzar el vértice de tus alboradas, cuando a mí retornes, redivivo, de tan larga madrugada…

©Trini Reina
25 de junio de 2006

10 de abril de 2009

Vestida de domingo

Obra de Sofía Brown
Para ti he venido, con la sonrisa más directa, vestida de domingo.

Hasta ti llego, la soledad destronada, merced al gozo que ahora ilumina mi juicio otrora en sombras. Hasta ti me aproximo, cargada de promesas, cada una de ellas, concebidas por amor.

Hasta ti vengo cerrando huecos, difuminando brumas. Ante ti me revelo, solicitando magnánimos soles que entibien mi espíritu, por tan largo espacio humedecido.

Arribo laureada de regocijo, con la esperanza alerta y el desamor confinado. Traigo el desaire perdonado y practicado el olvido. Porto la paz desplegada, como esas alas que sin redes vuelan hacía el infinito.

Ante ti me descubro con los sentidos recuperados de añejos desencantos y, dispuesta a emprender itinerarios distintos que me rediman del pasado, del cual, hoy, sin rencor me despido.

Para ti tengo henchidos de besos los labios, anhelantes por pernoctar en tu boca y todas las caricias, que arrinconaron las derrotas, resucitan, y a dos manos, batallan contra la fría corriente de tu río.

Traigo la pasión desbocada y, en las entrañas, el deseo contenido.
Hasta ti llego, con el alma desnudada, irisada de ilusiones, hasta ti guío, febril por entregarse, al corazón desvestido.

Para ti he venido, con la sonrisa más directa, vestida de domingo.

©Trini Reina
30 de abril de 2006

Por ti

Imagen de la red
Por ti, yo callaría las mil preguntas que se enroscan en mi garganta.
Por ti, urgiría a mi voz a pronunciar las palabras que demandan tus sentidos.

Por ti, omitiría los reproches, y daría la independencia a las promesas, pues ¿de qué valen estas, si el corazón o el alma no son sinceros al consumarlas? ¿De qué sirven, si no llevan el sentimiento en ellas impreso? Pronunciarlas frívolamente sería como guillotinar a la esperanza.

Dame, más que palabras, caricias y besos. Lléname de intenciones y actos henchidos de ternura. Traguémonos el orgullo y quitemos las riendas al amor, así se desboque y libremente cabalgue por el río rebelde de nuestra sangre, y que en su fuga, prenda en el vientre, la pira del deseo…

Demos longitud al tiempo, y que él, sólo el, escriba en el pergamino de la vida, la leyenda de esta pasión, a la que ni tú ni yo, atinamos a ponerle nombre.

©Trini Reina
29 de mayo de 2006

Habitante de mi alma

Autora de la pintura: Isabel Navarro Verdú

Eres mi sueño consumado. Mi realidad idealizada. La cumbre de mis quimeras. El abismo de mis batallas, donde yo, rendida, ante ti derrocho mis armas. Donde tú, blandiendo el triunfo, siempre me ganas.

Eres parte de mi vida, habitante de mi alma. El faro que me guía y la marea que me arrastra. El nirvana que persigo. El naufragio que me abarca. El sol en mis crepúsculos y la luna en mis alboradas.

Contigo vuelvo a ser cándida niña, que espera al amor tras la ventana. O plena mujer, que tu pasión exige, sin mesuras ni trabas. Pues eres, el puerto donde se ampara mi deseo. Y el fuego que en mi vientre prende llamas.

Eres el latido, que pone música a la canción que mi sangre canta. La pregunta sin respuesta. La duda eternizada. La palabra que me arrulla. El centinela que me guarda. La fuerza que me empuja y el poder que me demanda.

Eres todo lo que pido, aunque bien sabes que no te pido nada. Porque mi amor es más que amor, y no precisa rúbricas, ni promesas desaforadas.

Tú eres la brújula, tras la que mi corazón equivocó su marcha. La playa hacía la que, olvidada la prudencia, yo encauzo mi arribada. Esa orilla, hasta donde como una ola llego, impetuosa y entregada.

®Trini Reina
16 de mayo de 2006

9 de abril de 2009

Volaba

Imagen de la red

Volaba, la sensatez perdida. Volaba, por la cumbre de la euforia. Los pies, hollando flores. Las manos, acariciando nubes.

Desde su alcor, la luna la celaba, menguante y respingada; vaticinando la debacle. Más ella, coqueteando con la brisa, su idílico mundo fraguaba.

Las estrellas, formando corros, hilvanaban cábalas ¿Dónde irán destinados, los pasos de aquella incauta que, tanto se desviaban de la ruta prefijada? Mas ella, aventurada, desafiando a los elementos; apasionada por la vida…Volaba.

Volaba, la sonrisa descubierta. Volaba, el corazón desnudo. Y la piel, a la pasión dispuesta. Volaba. El alma, candorosa, confiada en las gentes y las cosas. Escoltada por sus sueños. Precedida por su sombra.

Su sombra, que viajaba adelantada, no se percató que en su viaje, el cielo trocaba el paisaje. Y el hielo del desencanto, al cielo usurpó su celeste manto y lo vistió de brumas.

El viento, despertó de su destierro, y de pleno la alcanzó en un costado; desequilibrando la armonía, de sus alas irisadas. Y sin misericordia, fue empujando a la desdichada mariposa, obligándola a descender ladera abajo.

Las flores, dejaron de exhalar amores, y se volvieron espinas, que herían sus pies desnudos y sus manos vacías. Y sin freno, siguió cayendo, desde la cúspide de sus sueños; hasta el abismo de la nada. Que las mariposas son etéreas, y el céfiro las arrastra.

©Trini Reina
4 de marzo de 2006