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18 de julio de 2025

Penélope

Obra de John William Godward
Cuando besaba
-hace tanto tiempo de esto-,
besaba con toda la boca
y en ocasiones,
por los labios, el corazón
y hasta el alma se le escapaban sin freno.

Sus pasos son breves, seguros, ligeros…
Y la música depende de los zapatos
con que acaricia el suelo:
bajos, brisas y espumas;
altos, retintines cascabeleros,
y el talle cimbreante,
como juncos al viento.

Nunca sonríe a medias.
Clara es su risa,
a borbotones,
con el rostro en pleno.
A menudo lo hace
y pareciera exhortar al universo,
como las campanillas alborozadas
de la espadaña del cielo.

Si en sus ojos divisas una lágrima,
diez, o un ciento, preocuparte no debes,
que son consecuencias del gozo
que está sintiendo.

Y Penélope huele…
a jazmines o a cerezos,
a hembra con los pies en la tierra,
a sensible mujer asida a sus sueños,
a pasión por la vida,
a claveles,
a indómito brezo…
A eso, a eso huele su cuerpo entero.

©Trini Reina
04/11/2007

13 de julio de 2025

Dunas

Imagen de la red
Clavó los pies en la cumbre de una duna, obnubilada por la sinuosidad que aparentaba, mas el viento sopló inmisericorde, hasta dejarla suspendida en el vacío. Se sintió caer e intentó asirse; abrió las manos y sus palmas se estrellaron contra el aire.


Su boca buscó, para su espíritu maltrecho, la salud de un beso, pero sus labios se posaron en la nada. Adelantó el cuerpo, suplicando aquella caricia que la sustrajera del vértigo, mas ésta la esquivó, dejándola abandonada cual pájaro herido.

Entonces gritó en su desespero, mientras buscaba la quietud en el torbellino, y a lo lejos le respondió un eco, que parecía emanar del alma. A ciegas persiguió el espectral sonido y un sexto sentido la conminó a desviarse de las fronteras del abismo.

De algún lugar que no adivina, acertó la estrategia que la llevó a reconquistar la confianza. Giró sobre sí misma y, sintiéndose a salvo, abrió los ojos a la vida y los posó en un horizonte promisorio, perfilado de violeta.

Y el sol, que rompiendo tinieblas se elevaba, le ofrendó su áurea sonrisa de amanecida.

©Trini Reina
12/11/2007
Del poemario "A medio latido del alma"

11 de julio de 2025

Distancias

 
Imagen de la red

Entre mis sueños apareces
dejándome herido en plena noche,
cuando la luna,
martirio de mis madrugadas,
su palidez ostenta.
O, al alba,
que exalta mis esperanzas,
para arrancármelas a traición
en el crepúsculo.

Mas, aunque atravieses desiertos
que te tornen imposible al favor de mis brazos,
aunque cruces océanos infinitos
que te arriben a puertos vedados a cualquier hombre,
así te alejes hasta lo inalcanzable,
así en tu hégira, con los dedos adules al horizonte,
jamás conseguirás eludir mi presencia.

Porque yo,
que renuncié al afán de esquivar la tuya,
ya constituyo parte de tu existencia
y los recuerdos, para los que no existen distancias,
en nosotros se inmortalizan.

©Trini Reina
30/11/2007
Del Poemario "A medio latido del alma"

10 de julio de 2025

Acuarelas

Imagen de la red
Nada ha cambiado, descubro en mi retorno…

En el paisaje que una vez compartimos, los días se perpetúan en este lene matiz de otoño; el río, la casa, la arboleda exuberante que hiere al contrastar con el jardín sombrío y eternizado en mi memoria. El banco donde te esperé aquella remota tarde de lozanas alegrías, cuando el crepúsculo y hasta el aire conspiraron para entretejer nuestros destinos.

Luego, lejos de aquí, vendrían los acerbos días y aquellas noches que no merecían el alba. Y si alguna vez lo alcanzaban, el cielo se negaba a despojarse de su túnica de nubes.

Nada ha cambiado en las afueras de mí, pero engañarte no puedo. Sabes que, despojado de ti, en mi corazón reina el vacío y, mi alma, profanada de soledad en su seno se conmueve.

Regresé a casa sin ti, para de ti redimirme en el santuario que un día venturosos habitamos, y a pesar de que tan siquiera una flor ha modificado la acuarela, la expiración de aquel amor, aquí, multiplica en mi pecho la agonía.

©Trini Reina
07/09/2007
Del Poemario "A medio latido del alma"

15 de julio de 2018

Feliz...



A veces, sin previo aviso, de repente, un aluvión de bienestar, una riada de gratitud a la vida, me colma el espíritu. Es una sensación tan extraña, tan hondamente jubilosa, que su furia me comprime el pecho, como si fuese un acordeón por una mano invisible acariciado.
A la garganta confluye una ola de dicha y muerdo mis labios para no gritar a los cuatro vientos la felicidad que me posee en ese instante esplendoroso, pues el mundo pensaría que, definitivamente, perdí la cordura. De los ojos escapan unas lágrimas, tan de goce que más parece la carcajada muda de los sentidos. Confieso que ese estado es tan íntimo e intenso como efímero. Mas, cuando a mi organismo lo inunda tal oleada, me queda en el cuerpo un regusto a gloria que suaviza mis músculos y nervios, que empapa de energía mis huesos y órganos, que arrulla a mi alma y la serenidad le confiere…

©Trini Reina/18/07/2007
Obra de Alexandra Nedzvetskaya

14 de julio de 2018

La persuasión de lo prohibido

 


Sucede a diario.
En el mismo kilómetro de la autopista.

Al verlo, ahí plantado,
mi auto pierde velocidad
como si lo frenara un imán maldito.
Ese hombre me provoca.
Ante él, se humilla mi entereza.
La flama de sus ojos semicerrados
abrasa mi negativa.

Yo le desafío
jugando a acelerar.
Pero es inútil abstraerme de su porte,
sus largas piernas, sus labios…,
del veneno prohibido de tan felino mirar.

Y luego, ya a salvo
del humo de su lujuria,
me obsesiono en aseverar,
que es la llama de los ojos,
del vaquero de Malboro,
lo que incitaba a mi fumar.

©Trini Reina
1 de noviembre de 2007

Imagen tomada de la red

10 de julio de 2018

Días de sol...


¿Dónde fueron a morir los días de sol,
aquellos días felices como estrellas?;
la casa, que hería con su blancura,
las puertas, eternamente abiertas,
por donde la dicha, entrando y saliendo,
tintinaba sus campanillas.

¿Dónde fueron a morir aquellos días jóvenes y azules?
¿Dónde giran pulverizados?
Días, perpetuamente albas,
mañanas de árboles desnudos, vestidos de pájaros,
tardes de tremolantes rosas,
irradiando su fragancia
en los jardines sembrados de niños alegres,
con sus sonrisas de cometas.

Reminiscencias tibias de unos días
en que la sal de las lágrimas jamás tocaba al corazón. 
Hermosos días de espontáneas risas, blancas y dulces.

¿Dónde fueron a morir aquellos días dobles de sol?
¿Por qué ahora las nubes maculan 
tan frecuentemente el horizonte?

®Trini Reina
06/12/2007
Obra de Alexey Slusar

3 de mayo de 2018

Al abrigo de tus brazos



Cuando la noche fundó nido en mi pecho y en las afueras acampó la madrugada, rayitos de luna fueron tus palabras. Rayitos de luna que, de brillos, incendiaron mi mirada.
Y aunque largo fue el naufragio y negras las olas que me surcaban, te convertiste en el auxilio que impidió que me sofocase en ese mar de sombras que aún hoy me reclama.
Y entre tus brazos descubrí el extranjero país de la pasión. Y fueron tus besos los que reinventaron en mi alma la ternura. Y fue tu cuerpo magnánimo abrigo, porque en ti siempre hallo hospedaje cuando el dolor alcanzarme quiere. Pues, quieras o no, poder tienes para con una lisonja, un signo, una sonrisa… desclavarme del vasto crucero de la amargura.

®Trini Reina/ 25 de febrero de 2007
Obra de Shaun Ferguson 

26 de marzo de 2018

Máxima III



Al igual que hay lobos con piel de cordero, 
hay corderos que se excusan en la debilidad
 para simular la holgura de su cobardía.

©Trini Reina/mayo 2007
Obra de Franz Marc 

7 de marzo de 2018

Brevedad


La vida es terriblemente larga o cruelmente breve. Y quién sabe qué apremios, o qué arrastrarse quedamente, nos depara el porvenir. ¿Quién se acuerda fielmente del camino que, olvido a olvido, fue encubriendo la maleza de los años? ¿Quién augura verazmente lo que hallaremos tras el próximo recodo? Entonces... ¿por qué ir más allá del hoy si casi nada de lo que pronosticamos tiene el don de convertirse en realidad?


© Trini Reina/ 01/10/2007

18 de febrero de 2018

Toma mi mano...


La acera está sembrada de naranjos en flor. En la esquina opuesta, un árbol, del que desconozco su especie, destaca por su soledad. Es un árbol nuevo, de poca alzada, sus ramas refulgen, cuajadas de yemas y hojas de un color verde joven. Está amaneciendo y la luz de la farola aledaña se posa en su copa, dándole un toque esplendoroso, a pesar de su pequeñez. Solo…
Un caracol de oronda y bruna concha, escala lentamente una fachada encalada. En toda la nívea e inmensa pared, no hay otro. Lánguidamente, se arrastra dejando el viso de su rastro en cada milímetro avanzado, como una señal, por si acaso, algún hipotético hermano se decide a imitarlo. Solo…
Desde unos contenedores de basura, surge un gato que se cruza ante mí. Es un felino escuálido, al que su piel blanca, hace parecer más fantasmal aún. Al sentirse a salvo, ya en la acera, se sienta solemne a verme pasar. Solo…
Canta el gallo, hoy no sé si por casualidad, ningún rival del corral lo secunda, en ese instante me percato de que, en los quinientos metros, aproximadamente, que llevo recorrido, no me he cruzado con ningún ser humano. Ya próxima a mi lugar de llegada, allá en la lejanía, bajando por la calle peatonal, diviso a un ser caminando, que debido a la distancia, más parece una sombra… Solos…
Y al llegar a destino, pienso y me digo: soledad, hoy es tu día, toma mi mano…

© Trini Reina
29 de marzo de 2007

10 de octubre de 2017

Cinco años...Hoy, quince


Cinco años parecen nada:
mil ochocientos veintiséis días,
doscientas sesenta semanas,
soles multiplicados,
lunas que menguan y ensanchan,
campanas de risas,
cascabelillos de lágrimas,
ánforas de alegría
y, en un pomo,
alguna pena amarga.

Un lustro parece nada
cuando se tienen veinte años
y la vida se divisa ancha.
Pero si sumas otoños,
como hojas mueren en las ramas,
y la vida te añade
alguna circunstancia extraña,
que sobre ti extiende
nubes de inciertas aguas,
si concluye la tormenta,
si los relámpagos se apagan
y quedaron firmes en el jardín
los jazmineros y las dalias,
y sigue tu corazón amando,
y en tus ojos fulgura la mirada,
si el alma danza en tu seno
y la felicidad aureola tu estampa,
a esos cinco años pasados,
en que la maldad campaba...
has de sumar fe y primaveras,
minutos y horas y esperanzas
sin olvidarte de vivir,
con la victoria enarbolada.

©Trini Reina
Escrito en Octubre de 2007 y reescrito en 2017
Pintura de Michael Gorban 

26 de octubre de 2016

27 de febrero de 2011

Sé...

 

Fotograma de "Orgullo y prejuicio"

Me consta que eres valerosa, que posees redaños para vencer reveses, por eso te abandono, a tu albur, con los ojos vendados, a orillas del abismo.

Sé que, como ave Fénix, una y otra vez resurges de tus íntimas cenizas, de ahí que clemencia por ti no siento y mis manos, con celeridad, te empujan hasta allegarte al núcleo de la hoguera.

Sé que tienes poder para resguardarte y que ostentas la suerte del que por ella lucha; así que sin dolor de tu ser me ausento y en la mayor soledad te dejo a los umbrales del infierno.

Y entonces yo, como Pilatos, me lavo las manos y limpio de ti, estrenando liberación, parto a la conquista de vírgenes caminos.

© Trini Reina
20 de mayo de 2007

25 de febrero de 2011

Cascarrabias...

Imagen tomada de la red

El estrecho y largo pasillo estaba salpicado de camas. A esa hora solían bajar a los enfermos desde sus salas a la zona de radiología para realizarles las pruebas requeridas por los distintos especialistas. De ella sólo distinguía su cabeza, despeinada y salpicada de canas, desmayada en la almohada. Él la acompañaba de pie al lado derecho de la camilla. Reparé en ellos precisamente cuando él comenzó a elevar el tono de voz. Decía: El niño anoche reía a carcajadas por algo que veía en la televisión. Le tuve que decir que dejara de hacerlo, que si no le daba vergüenza, que su madre estaba ingresada en el hospital y él allí como si nada, partiéndose de la risa por cuatro pamplinas… Y, claro, se acostó tarde y ahora, que debería estar aquí, no hay quien lo levante. Mira, yo, desde las seis de la mañana en planta. He recogido la casa, me he duchado, vestido, desayunado… y aquí estoy, como debe de ser, y tu hijo allí, dormido tan campante. Y la otra…, ésa dice que no viene hasta que no deje al hijo en el colegio; le he dicho: deja que se vaya él solo, que ya es mayorcito, pero nada, ni caso. Y la mayor, ésa, ésa es la que más obligada está a estar aquí contigo, que para eso es la mayor, y mira, aún no ha aparecido…
Con cada palabra el hombre iba alzando, más si cabe, la voz y, a la vez, se le ensanchaban las venas del cuello, mientras paseaba, irritado, de norte a sur de la cama… La mujer, con una voz que parecía le brotara del rincón más hondo del alma, y es que para una madre no hay nada que la hastíe más que oír despotricar contra los hijos, sean más o menos culpables de todo o de nada, preguntó, como ya digo, más con un balbuceo que con palabras hechas: ¿Ya son las diez? A lo que él, a punto de ebullición, contestó casi gritando, ¿Las diez, las diez?, ¡Y mucho más de las diez…! En éstas, alzó su brazo para mirar el reloj y añadió: son… las nueve y cuarto. Y fue entonces que lo vi desinflarse, como un globo, por un alfiler mordido.

© Trini Reina
11/06/2007


 

5 de diciembre de 2010

Densas raíces

Imagen de la red
Ese querer que te tuve
fue de origen lento.
No llegó, cual efímera ola,
a humedecer las periferias de mi cuerpo.
Que fue lago profundo
e inundó de mansa agua y dulce sustento
cada oquedad estéril
para el amor heredada de pretéritos decretos.

El amor que te tuve,
éste que aún hoy te tengo,
irradió en mi corazón sus raíces
y, con moroso arte excelso,
creció en mí, incólume,
cual árbol de tallo fibroso y ramaje denso.
A cuya sombra
en mis soledades me cobijo.
A cuyo amparo
de la tristeza me preservo.

®Trini Reina
29/10/2007

6 de marzo de 2010

Me llevo...

 

Imagen de la red

Me llevo el aura de los felices días, el brillo lunar de tu mirada, tan dorada que, al mirarte, frente a los rayos de Selene me sentía. Me llevo el reverberar de tu risa, que hasta mi corazón llegaba, despertándolo a la dicha. Y la gravedad de tu gesto cuando, aparentemente airado, me reprendías.

Yo me llevo esa mueca de tu boca que, a mi piel, de deseo estremecía.

Me llevo tantas cosas de esta etapa que hoy termina… Aparcado dejé los momentos tristes, para así olvidarlos enseguida, y sólo retengo lo bueno que, a ti y a mí, de ilusión nos conmovía: la belleza cómplice de aquel tiempo enamorado, la urgencia de vernos, el vacío dulce de las despedidas… Yo me llevo tu cariño, el que contenían tus caricias, y la ternura que me dabas, cuando aún tu casa era la mía.

Me llevo los besos apasionados que posabas en mis labios y que yo, con vehemencia, a tus labios devolvía.

Y también me llevo el sueño de reencontrarnos un bienaventurado día, porque el destino es inconstante y quién sabe si nuestras almas tornarán a vincularse en alguna remota estrella fugitiva.

© Trini Reina
29 de abril de 2007
Del Poemario "Sueños en pos de un olvido"

27 de diciembre de 2009

Gratias

 

Imagen de la red

Cuando me hablas, con la risa perfilando tus palabras y el cariño inmerso en cada mayúscula o vocal usada, libertas mi sonrisa, hasta el momento clausurada.

Y de intensa que es esa sonrisa, que por ti la superficie alcanza, lágrimas azules alborozan mis ojos y templan mi mirada. Y una ola de terneza, alta cresta de espuma cálida, inunda mi corazón, en un torrente que arrastra, lejos de sí, todo el dolor que lo ocupara.

Y es que, amigo mío, con la alegría que anida en tus palabras, de las zarpas de la tristeza rescatas mi dicha, e irradias los subterráneos de mi alma.

© Trini Reina 
1 de enero de 2007