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22 de diciembre de 2018

La charla...

 


A cada pregunta o palabra que le hacía, ladraba.
Sus ladridos alternos la enojaban y, aun así, proseguía la charla: que si esto o aquello, que si tanto o cuanto, que si qué lejos, qué calor, qué gentío, qué nubes... Alzaba la voz interrogadora o le susurraba melosa. Era como un reto, un darse contra el muro. Malgastando sonrisa y paciencia insistía. Y, por respuesta, ladraba. 
Al cruzar la esquina tomó la decisión: a partir de mañana dejaría al marido en casa y saldría a pasear con Taby.

©Trini Reina
Octubre de 2013

                                                                                                                                                               Obra de Pierre Auguste Renoir 


8 de agosto de 2017

Auroras de la voz


Entre las palabras
-auroras de la voz-
impresos van los sentimientos.
Acaso una coma les salve
de la crudeza
y los puntos suspensivos
concedan venia al alma,
para acallar aquello
que sobrepasa al sentir
y traspasa
el núcleo de la herida.
Hay palabras que buscan
el útero de un poema
para desangrarse.


©Trini Reina/junio 2010
Obra de E Blair Leighton

2 de agosto de 2016

Busca...


Busca una hucha ancha de boca,
con espacio para que quepan todas las palabras:
las del diccionario de la Real Academia,
las de todas las enciclopedias,
incluidos los léxicos que pueblan las bibliotecas,
y guárdalas bien al fondo.

Guarda los vocablos “sueño”, “cansancio”, “hartazgo”,
“miedo”, “muerte”, “desespero”…
Oculta “enfermedad”,  “dolor”, “adolorida” y todas sus acepciones. 
También “amor” y “quiero” y “llanto” y “vértigo” y “náuseas” y…
Esconde los pronombres “yo”, “me”, “mí”, “nosotros”
y la mitad de los verbos existentes.

Una vez almacenadas estas
y muchas otras voces del mismo tenor,
agita bien la hucha, con ímpetu y tesón,
como si fuese una coctelera de amargos licores,
y extrae de su encierro la palabra “silencio”
y practícalo.

©Trini Reina/agosto 2016
Obra de Gianni Strino


26 de mayo de 2011

Tu adiós...

 


Imagen tomada de la red

Tu adiós...
¡qué sonora palabra!

Suena
a fuente de enero,
a vertiente rizada,
a torrente altanero,
a caudal iracundo,
a océano batiendo.

Dime, amor,
¿cómo decretar olvido
a este rocío perpetuo,
a este sirimiri a deshora,
y tan adentro?

©Trini Reina
Mayo de 2011