Mostrando entradas con la etiqueta 2006. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 2006. Mostrar todas las entradas

27 de julio de 2025

No llevadme flores

No llevadme flores
cuando haya dejado de oír el susurro del viento rolando en la madrugada
o cuando mis oídos se vuelvan sordos al jovial repiqueteo de la lluvia tras los cristales de mi ventana.

No llevadme flores
cuando mis ojos dejen de admirar ocasos y auroras,
ni cuando mi mirada olvide perfilarse de rimel y sombras.

No llevadme flores
cuando mi olfato se niegue al aroma de mi perfume más preciado,
ni cuando mi nariz rechace la fragancia que emiten, en primavera, los jardines polinizados.

No llevadme flores
cuando mi lengua deje de paladear las golosinas y los alimentos,
ni cuando mis labios, a fuerza de helados, se revuelvan contra el fuego de añorados besos.

No llevadme flores
cuando mis manos derrochen vacíos,
ni cuando en mi cuerpo la piel permanezca inmune a la más efímera muestra de cariño.

Porque ¿para qué quiero flores entonces?
Es ahora cuando las necesito.
Ramilletes de besos,
bouquet de caricias,
racimos de dulces palabras,
jarrones de amor y delicias.

©Trini Reina
01/11/2006

Nota de la autora: 
Este poema lo escribí hace algo más de dos años, hoy lo he sacado del cofre de los recuerdos, y tras hacerle unos arreglos, lo vuelvo a editar, precisamente en esta jornada 1 de Noviembre, en que se acostumbra llevar flores a los camposantos para recordar a los difuntos.

16 de julio de 2025

Jardín sin jardinero

Imagen de la red

¡Qué desolado luce el jardín sin jardinero!
Plomizos y anémicos son sus colores y, como cenizas,
se agrisaron en pleno sus verdores,
como esos amores que en solitud suspiran.

¡Ven, que tengo sed de tu agua, jardinero!
¡Qué tristeza en este jardín se respira!
Anhelo tu lluvia de besos y, de tus manos,
el embrujo de sus caricias.

Jardinero, a tu corazón solicito su dulce semilla.
Deja que germine en mi pecho,
que de ella broten
las flores más sencillas:
granates amapolas, como mariposas suspendidas,
una cascada de jazmines y un diluvio
de risueñas margaritas.

Ven y dame tu esencia, jardinero.
Ven y que tu savia de ternuras riegue mi vida.
Yo te prometo, de mi pasión, el fuego.
Y, a manera de galardón,
aquella estrella que tanto brilla... en el cielo.

©Trini Reina
26 de octubre de 2006

15 de julio de 2025

Contigo

Imagen de Tom en Pixabay
Eres tú la brisa que esponja mis alas,
y el viento que me eleva sobre la vida.
Son tus caricias las que hacen vibrar mi piel,
y a mi alma, eres tú la luz que la ilumina.

Tú eres el sol que broncea mi espíritu, 
y la luna que mi sueño vigila. 
Contigo son más azules los cielos,
y de noche, eres la estrella ante la que mi oscuridad declina.

Eres tú mi paz, mi hogar, mi energía…
Contigo muere mi llanto y resucitan mis sonrisas.
Porque tú, eres el fuego que enciende todas mis líneas,
y la pasión que con su embrujo mi superficie aviva.

Contigo se abrevian las penas y se duplican las alegrías.
Eres tú para mi corazón, el palpitar que lo encandila.

©Trini Reina/2006

6 de julio de 2025

¡Calla, poeta!

Obra de Silva Bender

¡No lo repitas, que no te creo, poeta! Pregonero del amor. Adepto de los idilios. Me niego a ponerle ese nombre que ensalzas, a esta dulce tortura que padezco.

¡No te empeñes, trovador! No llames amor a lo que por ella siento. Sólo es una oscura pasión. Ternura que de mis entrañas brota y, sin aquiescencia, de mis manos se desprende.

¿Amor? No, de él reniego.

No insistas, poeta. ¡Márchate a otros lares con tu cantata! Que mi corazón no está herido por las saetas del amor. Sólo sufro unas ganas desaforadas de verla reír siempre. Un afán por borrar la huella del llanto en su mirada. Un delirio que en mi mente, cual obsesión, clavó sus zarpas.

¿Amor? No, de él reniego.

¡No me exhortes, poeta! Que no estoy de ella enamorado. Que sólo es un sueño que pretende asediarme, mientras yo maldigo estas ansias de abrazarla. Este anhelo de mujer que me golpea, desde la piel hasta el alma. Este capricho del cuerpo que, por momentos, al cielo me eleva, o al infierno me arrastra.

¿Amor? No, de él reniego.

¡Aparta de mí tu insidiosa balada! Que no la amo, rapsoda, seduce otros oídos con el azúcar de tus palabras. Llévate lejos de mí esas odas que, como cantos de sirenas, aspiran a que claudique y me postre; ante esta locura que me desarma...

©Trini Reina/2006

3 de marzo de 2018

Lágrimas dulces



Al fin, arribó el amor, aquél codiciado amor; el de la rezagada espera…

Se extinguió la incertidumbre, el prolongado deshojar de margaritas; la cáustica duda.
La certeza, pañuelo en mano, se hizo visible, llorando lágrimas dulces.

El corazón encomia su victoria y estrena tembloroso repique. Y a lo largo y ancho del alma, se extiende, untuosa, una dulce melancolía…

Destemplados adioses recibe la soledad, ésa perseverante y leal compañera que, desde ahora, tendrá que inquirir paisajes ajenos donde erigir su nido…

©Trini Reina
21 de junio de 2006

29 de octubre de 2017

Me lleva...


Me lleva.
 Hasta ti el corazón me lleva: tañendo me empuja, jubiloso me apremia, a seguir el rumbo que traza tu estrella.

Camino.
 Pisando charcos camino. Vadeando trochas, cruzando vías, abandonando andenes. Descalza a ratos, dotada de alas a veces; la vista clavada en el horizonte,  
que tu luz promete.

El alma, vieja experta en desengaños, al corazón grita ¡despierta!
 Huye de este extravío, que el invierno se allega.
Pero el corazón ahueca velas, invocando al viento que lo escolte en su carrera. Y el viento se disfraza de Levante, y rolando espolea al corazón hacia delante.

Te encuentra.
Varado a puerto, mi corazón te encuentra, sin mi amparo perdido. Sumergido en decadencia.

Me deja.
 En tus lindes, el corazón me deja, y ahí quedo, para ser tu compañera.
 De glorias y fiascos; discrepancias y avenencias. Porque aquí, donde el corazón me trajo, quiero erigir mi frontera. 

© Trini Reina/ Febrero de 2006
Obra de Marc Chagall  

8 de septiembre de 2017

Fuego y cenizas


¿Quién descuidó la llama
de aquella pasión otrora inextinguible?
¿Quién dejó languidecer la hoguera?
¿Quién lanzó el primer puñado de nieve
a las ascuas que a morir se resistían?
¿Quién sopló las cenizas,
y las cedió al viento,
para que éste, ajeno al quebranto,
las entregase al ostracismo?

Ni tú ni yo somos culpables.
Ni tú ni yo verdugos fuimos.
Mas esa pasión que se sustentó del aire,
en el aire se ha perdido.

¿Será que todo fuego está condenado
a, por el fuego mismo, arder en el olvido?

© Trini Reina/Diciembre 2006

Obra de Isabel Navarro Verdú

25 de junio de 2017

Eolo


Abracé al viento irascible que, a ráfagas, se enredó en mi cintura. Aspiré su fragancia a indómita libertad. Quise llenar de él mis manos; mas, arisco, huyó y se posó en mi pelo, que se dejó mecer por su locura.

Cubrí mis oídos para no delirar con su suspiro. Cerré mis ojos para que no me hiriera la prisa de su vuelo. Y entonces, sentí en mis labios un turbulento beso que dejó en mi boca sabor a mar.

¿O sólo fue el salado regusto de una lágrima, que, rendida, descendió por mi mejilla,  acatando que Eolo, ni tan siquiera por amor, se deja domeñar?...

©Trini Reina/2006
Obra de John William Waterhouse

24 de junio de 2017

Islas...


Sonreía, con esa sonrisa que antecede al llanto: insondable, silente, íntima. Se mordió la lengua, y espantó a las lágrimas que acechaban, ávidas por sazonar la pena… Se mantuvo inmóvil, a sotavento de las embestidas que, desequilibrarla pretendían.

Sus oídos se negaron a descifrar sonidos. Sus ojos, posados en la nada, miraban sin ver. Dejó arrastrar los minutos, simulando un trance externo; mas, interiormente, exhortaba al espíritu a desdoblar las alas, y éste, no la defraudó…

Y voló. Voló hacía esa isla que se alza en el estuario de su clarividencia, donde ella, con la valija de sus sueños en una mano, y la llave de la libertad en otra, de tarde en tarde arriba, y en la que sempiternamente será, la única soberana…

®Trini Reina/31 de mayo de 2006

10 de marzo de 2017

Azules rotos


Bajo un cielo de azules rotos
vaga mi amor cansino y solo.

Perdió la partida,
renunció al deseo loco.
La ausencia se llevó a su par
y, de paso, el fulgor de los ojos.
La cumbre del olvido remonta mi amor.
Camina lánguido y cabizbajo.
lleva la soledad a cuestas
y el orgullo ultrajado.
Tras de sí remolca los sueños
como arrastra las cadenas un esclavo.

Profundo como es,
con tanta holgura y calado,
el silencio lo aureola de sombras
y la añoranza, en él, hace estragos.
El desencanto que padece,
vorazmente, vida le mermó
y de harapos, un sudario le adjudica el desamor.

Bajo un cielo de azules rotos
vaga mi amor.
Y en cada huella que deja,
como un sol caduco,
le agoniza el corazón.

®Trini Reina/
3 de Marzo de 2006
©Mis fotos

28 de febrero de 2017

Al trasluz


Sintió su alma devastada por el rolar del tiempo y los desengaños. Y, desde otra dimensión, escuchó el lamento de ese corazón, despilfarrando latidos que nadie oye.

Y reparó en la agonía del calendario, que perdía pétalos a toda prisa,
y percibió la decadencia de su risa contra el dominio de su llanto.

Observó su cuerpo, por los años marcados, y compadeció esa piel tan
huérfana de ternuras. Y la soledad del que no está solo, punzó tan hondo como siete espinas.

©Trini Reina/2006
Obra de Candace Charlton

29 de octubre de 2016

29 de agosto de 2016

Bien me suena


Pronuncio tu nombre de espaldas al viento.
Oración, suspiro, desvelo.
Tu nombre,
que de luz arde los días
y las noches viste de fuego.
Caricia, plegaria, tormento.
Tu nombre,
que tan bien me suena
y sólo a la soledad confieso.
Resplandor, penumbra, silencio…

®Trini Reina
17 de septiembre de 2006

18 de agosto de 2016

Para mi olvido...


Para mi olvido:
distancia, cerrojo en el alma y amargo vino
y un giro de cien grados al pérfido destino.

Para mi olvido:
constancia, anchura en el tiempo y luengo camino
y silencio a las palabras que eluden otros oídos.

Para olvidarte:
fría la mente y hielo en la sangre
y todos los recuerdos maniatados en una cárcel.

Para este olvido
 échame una mano amante
que voluntad no tengo para olvidarte…

©Trini Reina/2006
Obra de Nigel Van Wieck


1 de mayo de 2016

Barquita sureña...


Al sol, tendidas las redes.
Alfombra de hilo
reposando en la arena.
Y una barca,
que la mano amiga del pescador espera.

El mar, hoy en calma,
con ella coquetea.
Ven conmigo, le susurra.
Mis aguas te aguardan
bullendo promesas.

Un tesoro de peces te daré.
Y, si quieres, para tu exorno,
un abalorio de perlas.
Y te meceré en mis brazos
de espumas y nieblas.

Quiero ser tu amante,
barquita de pesca.
Desde tu proa a tu popa te amaré;
de mi pasión serás la dueña.

Deja que te acoja en mis aguas,
barquita sureña.
Que hoy para ti luzco sereno,
olvidada quedó mi fiereza.

No esperes al pescador.
¡Ven conmigo!
Que me muero de impaciencia.

Yo colmaré tus redes
de peces y estrellas.
Y, cuando en la madrugada,
aparezca la luna
a acicalar en mi espejo
su tez de luz morena,
yo te devolveré,
alborozada y plena;
a la segura quietud
de tu puerto en tierra.

® Trini Reina
21 de abril de 2006

19 de marzo de 2016

Pero no puedo...


Si yo pudiera, cada noche te resguardaría en mi matriz para que las sombras de la madrugada no anidasen en tus ojos. Ni al alba los luceros te vulnerasen con su brillo. Ni el viento noctámbulo se atreviese a remover tu pelo. Ni los rayos de Selene, aturdiesen tu reposo…

Si yo pudiera, desentrañaría mis dotes de guerrera, y contra el mal que te rondase lidiaría cual Némesis vengadora. Y sin temor, desafiaría a tus propios errores, y a todo aquél, hombre o mujer, que daño causarte ambicionaran.

Si yo pudiera, corazón mío, como un aguerrido Cerbero, guardaría tus puertas, y mordería a cualquiera que tu malaventura urdiera. Y me volvería espuma, o guante de seda; para que cuando enfiles senderos peligrosos, ni tus pies ni tus manos colisionen 
con guijarros lacerantes.

Pero sólo soy un ser humano, que te ama más que a su esencia. Ésa, que incubó tu semilla, te parió, y te plantó en esta tierra, a merced de los azotes de la vida, a la voluntad que tu destino, en una remota estrella escribir quisiera.

¡Ay! Si yo pudiera…

©Trini Reina
Agosto de 2006
Obra de Montserrat Gudiol