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5 de junio de 2018

Hay...



Hay un muro sobre los hombros
y en la garganta siete espigas,
hay un temor entre los ojos,
brincando de esquina en esquina.

Hay un millar de sueños romos
y algún silencio que se inclina
a babor de doce presagios
y seis promesas incumplidas.

Hay diez sábados generosos
y cien horas intempestivas,
un kilómetro de hado amargo
y muchas cruzadas fallidas.

Hay un suspiro rumoroso
dentro de un torrente de espinas,
y, aún así,
queda en el corazón un gozo
de nueve lunas consentidas. 

©Trini Reina/Febrero 2011

8 de mayo de 2017

Allá por mayo

A mi hijo

Contener las armas,
la traición,
la derrota,
la desventura:
atajar las espadas
que se acerquen a tu frente;
Resguardarte constante
hasta las nubes.

Que nada ose tocarte
con las uñas de la providencia.
Preservarte es mi oficio,
hilandera del absurdo soy
y, apenas desnuda,
me enfrento a los vientos
que te acordaron.

Rebulle el afán en su hoguera,
la sal de mi sangre en su agonía,
la fuerza y la oración rebullen,
en obsesión delirante.

Preservarte
de tus días de miedo,
de tus estrellas inconstantes,
de las oscuras cuerdas que te guían,
de las agujas del desorden.
Y cambiar tus lágrimas por mayos
y tus eneros por alegrías. 

©Trini Reina/Mayo 2014

Obra de Joaquin Sorolla

8 de mayo de 2016

La loba...


Que los heraldos del mal no rocen
tu pelo que se aclara.
Ni diluvien el trigo de tus ojos,
ni dicten la fiesta de tu risa.

Que nada intimide la locura pagana
de tu aire
ni ose arrebatar la certidumbre a tu cordura.

Que la serenidad se siente en tu porfía.
Que el sol que entretejí, allá en mi vientre
(pésima zurcidora fui),
fluya con el celo que fuera hilado,
y disipe las brumas de tu sienes.

A ti, tan denso…
Denso como el conjuro
al que no da tregua mi garganta.

A ti, constelación de mi alegría,
laguna de mis pesares.
A ti, órbita de mi espíritu,
nueve lunas de mi sangre.
Que te sea atenuada la travesía
que te provenga en adelante,
la suma de tus edades.

A ti, de esta loba que te obligó a la vida.
De esta la loba: tu madre.

©Trini Reina
Mayo 2016

28 de marzo de 2016

Te prefiero de luz..


Te prefiero de  luz
-incluso en sombra-
que a la tristeza asida.
Te prefiero libre
-aunque en silencio-
que obligada en la alegría.
Te prefiero tú,
rama y esencia mía.

Te prefiero
en la cadencia del aire,
en el eje de la risa,
en la útil constancia
y la siempre justicia.
Lejos del llanto
y de sus cumbres
de sal umbría.

Te prefiero sincera,
aunque me duelas,
y ajena a la melancolía
que amenaza tu piel de lumbre
con sus alas frías.

Te prefiero azul
a nieve,
ave a súplica.
Te prefiero, tú,
íntegra y dulce y mía.

©Trini Reina/abril 2014

19 de marzo de 2016

Pero no puedo...


Si yo pudiera, cada noche te resguardaría en mi matriz para que las sombras de la madrugada no anidasen en tus ojos. Ni al alba los luceros te vulnerasen con su brillo. Ni el viento noctámbulo se atreviese a remover tu pelo. Ni los rayos de Selene, aturdiesen tu reposo…

Si yo pudiera, desentrañaría mis dotes de guerrera, y contra el mal que te rondase lidiaría cual Némesis vengadora. Y sin temor, desafiaría a tus propios errores, y a todo aquél, hombre o mujer, que daño causarte ambicionaran.

Si yo pudiera, corazón mío, como un aguerrido Cerbero, guardaría tus puertas, y mordería a cualquiera que tu malaventura urdiera. Y me volvería espuma, o guante de seda; para que cuando enfiles senderos peligrosos, ni tus pies ni tus manos colisionen 
con guijarros lacerantes.

Pero sólo soy un ser humano, que te ama más que a su esencia. Ésa, que incubó tu semilla, te parió, y te plantó en esta tierra, a merced de los azotes de la vida, a la voluntad que tu destino, en una remota estrella escribir quisiera.

¡Ay! Si yo pudiera…

©Trini Reina
Agosto de 2006
Obra de Montserrat Gudiol