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31 de julio de 2025

Postal de verano

"El acordeonista" Pintura de: Muriel Marchand de Juliá http://elviajedemuriel.blogspot.com/

La plaza ardía de gente. Las terrazas no mostraban ni un velador desocupado; las tiendas, abiertas eternas horas, ofrecían sus mercancías; la heladería presentaba un lleno absoluto en ese medio día estival y enrojecido. El músico callejero tocaba, a pleno sol, su acordeón adormilado; de vez en cuando, disimulando, se acercaba a la risueña sombra de una buganvilla, para volver sobre sus pasos. La gente, yendo y viniendo, charlando, riendo y hasta vociferando para hacerse oír en medio de tanta algarabía. Apenas un niño prestaba atención a los acordes de esa melodía acuchillada. Sus ojos eran ascuas, y su pelo bermejo, al son del poniente y la música, se movía. Me pareció tan minúsculo y atento como esa rosa que brotaba, solitaria, en el parterre pétreo de la esquina.

Toda mi curiosidad se posó en aquella escena, dividida entre el ajetreo del gentío y la cápsula que la música tendió sobre el cielo del niño.

Tras interpretar varias piezas, el músico, quitándose su gorra desteñida, por la sal y el tiempo, pasó de velador en velador y alrededor del brocal de la fuente pidiendo alguna propina para su destreza. Sólo el niño, aún fascinado, en la contrapuerta de la heladería, renunciando a su helado, donó la moneda que portaba a la boina tan humilde y vacía.

©Trini Reina/2009

8 de agosto de 2018

Cuarenta grados a la sombra



La tarde es bastión de estío sureño. El aire de agosto quema
como vapor de olla. La calle, vacía, caldea las huellas que repito.
Paso del tedio al ahogo, de la asfixia al cansancio.
El trayecto  es opresión incandescente, y el sudor que exhalo es evidencia que estimula a la mosca, que no renuncia a perseguirme. El aura de mi perfume la llevará a verme como un cactus  pasmoso. O quizá la seduzca mi acalorada agitación.
El asfalto semeja fragua -sin el brazo de Vulcano-.
Ni una nube extraviada alivia el furor añil de las alturas; y el sol es felino lujurioso que me muerde blusa y huesos.
Mi rumbo es sencillo, llano, pero lo hacen inexpugnable, deber y verano.

©Trini Reina/agosto 2018

2 de julio de 2018

Arenas...


Ayer,
de improviso,
enajenada,
equivoqué los pasos
y me adentré
en un paisaje
-fronda y arena-
ya desterrado.

Un verano
remoto y amarillo
se me vino encima;
candela que irradió
la semilla petrificada de un anhelo.

El impacto,
por unos instantes,
inflamó el respiro.
Luego,
la nieve del pasado reclamó su reino
y los signos se templaron.

Retiré las telarañas de mi frente
y giré los pasos,
crecida,
antes de que las sirenas intempestivas
osaran adularme.

©Trini Reina/2011
Pintura de Henri Edmond Cross

27 de agosto de 2017

Caminando voy...


Caminando voy,
silenciosa,
por aceras calientes
de domingos y veranos.
Y te nombro.

Tu nombre,
aire que eleva mis pasos
y jala de mí
en todas las caídas,
y aleja mis rodillas
del asfalto cotidiano,
e inaugura preseas
en la feria de mis pupilas.

Tu nombre,
maná que templa
la sangre de esta condena…

Y cuando luches,
y tropieces,
y te hundas,
y te duelas,
allá en la lejanía
donde ubicaste tu miseria.

Cuando camines,
silencioso,
por aceras calientes
de domingos y veranos,
mi nombre,
que te nombra,
ampliará la negrura
del destierro que elegiste.

©Trini Reina/Agosto 2011
Fotografía de Michael Gnade

5 de agosto de 2017

Hastío de estío


Contra el pájaro alocado
que rasga su sueño
y al insomnio le somete.

Contra este estío desaforado
en que, ardidas sus ideas,
de anchura mueren.

Contra un temor primitivo
que a torbellinos constantes
penetra y duele.

Contra el plomo maldito
que a su soledad se prende
y la eleva
hasta una cúspide inherente.

Contra aquella quimera,
feligresa del olvido,
y, aún así, omnipresente.

Contra esa indiferencia glacial
donde se parapeta
-izando la hipocresía-
la vacua gente.

Contra esta luna impávida,
que por el horizonte desciende,
y no le roza siquiera
con su aleve luz,
las sedientas sienes.

Contra el desaliento inusitado,
contra la felicidad incoherente.
Contra ese “yo” confuso
que en el alma florece,
y al que el “yo” superficial,
ni condena ni defiende.

Así se siente:
a contratodo,
a contravida,
a contramuerte.

©Trini Reina/agosto de 2009
Obra de Anna Razumovskaya 

11 de julio de 2017

Aires de julio


El ficus añora sombra,
amarillea en la siesta que lo inflama,
aromas de julio ardido,
tarde de estío encandilada.

La calle, ascua efervescente;
fiebre, el viento en las ramas;
el jardincillo cruje y
revive memorias de agua.

Sobre la púrpura pizarra
un jilguero yace
-la muerte se sienta en sus alas-;
Las tejas, tacto prohibido
cuando la noche escapa.

Canícula que se engrandece,
la sed territorio reclama;
el polvo suspendido, bruma
que en el aire viaja;
el parterre se crece
al verdear de mi mirada.

Tarde de julio
por el sur aleonada;
y en mi piel…
las horas se derraman.

 ©Trini Reina/2009

20 de agosto de 2016

Agosto


Un rebaño 
de nubes furtivas
vulnera la furia
de agosto. 

©Trini Reina/2010

Obra de Johannes Vermeer

19 de agosto de 2016

Isla en el mar de agosto


Una mansedumbre violeta
comparte conmigo la tarde;
el fulgor extremo de agosto
se muestra deslucido.

Calla el viento,
el tráfico,
la cotidiana musicalidad de los días,
la memoria…
Hay en el aire una calma chicha
que desborda.

Los latidos 
se dejan llevar por el amarillo instante
y la sangre se desliza demorada.
Se diluye el cansancio 
y espesan los miembros,
mientras una serenidad 
-casi insana-
se abre paso y desciende 
volviendo esponja al alma.

Esta tarde es un paréntesis
tierno,
leve,
delicado…
en la arcilla caliente del verano.

©Trini Reina
Agosto 2011 
Mis fotos

12 de agosto de 2016

Estampa de un verano

A mi hermana Jesús
En noches de verano,
sobre paredes de cal iluminada,
disputan insectos y territorio
las salamanquesas.

Las tapias del patio aún arden,
saciadas de julio,
y los ladrillos del piso se enfrían
con agua del pozo.

En el centro,
buscando frescor,
las sillas de enea
y la mecedora de la abuela.

Al fondo,
donde la luz de la bombilla
casi no alcanza,
un jazmín emblanquece.

La abuela, como cada noche,
ofrece a la niña un canastito breve
y le invita a recolectar jazmines
que luego aromarán su alcoba.

Elevando sus delgados brazos,
la niña alcanza flores a su altura
y va llenando el cestillo mientras aspira su olor.

De repente,
sus ojos se topan con dos ojos
tan redondos como extraños.

Al aire voz, canasta y flores.
Grita la niña por la sorpresa
y desarmando la escena corre
buscando el amparo de su madre.

Mientras, mimetizado entre las hojas,
acaso aún más aterrorizado,
ni siquiera se estremece,
el camaleón fugado.

©Trini Reina
22 de febrero 2012

11 de agosto de 2016

Tarde de verano


Es una pérdida de tiempo
estar aquí empeñada
en domar estos ojos
tan insomnes como túneles.

Lo intento una y otra vez,
pero el sueño se enreda
en las aspas del ventilador
incapaz de amainar calor y desvarío.

En el vaso se ha caldeado el agua.
Vuelvo a mirar el reloj
y la carcajada de las cinco
reverbera en mi frente.

Cierro los ojos,
provoco a la pereza,
rezo al olvido,
limo alfileres en las sienes
decreto calma a las arterias…

¡Que alguien acabe con este simulacro de siesta!

Retorno a la lectura,
así aligeren las horas del domingo,
así pueda restar cansancios al verano,
así aparezcan las musas que me esquivan.

Un Niágara de palabras
navega en mi memoria
y el leve rocío de un verso
se me niega.

©Trini Reina
Agosto 2011
Obra de Robert Brown



2 de agosto de 2016

Vulnerabilidad


Noche.
Verano enjazminado.
Luna que se incendia
sobre los vergeles...

Y siembra amarillos
en mis jarcias vulnerables.

Pequeñeces
©Trini Reina

30 de julio de 2016

23 de julio de 2016

11 de julio de 2016

8 de julio de 2016