Engarzado entre nimbos te llegará el recuerdo. Hace una eternidad de su ausencia y hoy el aura sacude a traición tus sentidos.
Despierta tu cuerpo a la esencia y la piel se eriza de deseo. De nada sirvió el abono al olvido.
Te llegará su voz desde la lejanía, y dirás que es el viento vespertino, que comparece plagado de golondrinas.
Te llegará el eco de su risa y avivará en tu pecho la ternura y el corazón entonará salterios de nostalgias.
Y llegarán sus suspiros hasta tu cama. Y sentirás en tu almohada el vacío. Y el alma asolada sollozará por aquel amor, que alguna vez conquistó y ahora ha perdido.
Pretenderás vislumbrarla en la distancia, allá por esas arterias paralelas, que fin no tienen. Circularás tras un sueño que agonizó, esperando advenimiento.
Toda la tierra pusiste entre los dos; mas olvidaste aniquilar la memoria. Y ahora, el hueco que ella dejó, te muerde.
Aún, intangible, te vulnera la sombra de una mujer, a quién jamás tributaste un “te quiero”...
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