Se eleva serpenteando
la tiznada columna.
Profana de humo al verano
y asperja de luto
el cielo inocente de agosto.
En su origen truncó,
estrepitosa,
algunas almas,
ya irrecuperables,
así subsistan una eternidad.
Se alza rauda.
Se retuerce anchurosa.
De ella huyen pájaros y demonios.
Su hedor se sienta sobre la ría
y el mar se duele de la oscuridad
que se le allega.
La olas lloran hollín
y solloza en la siesta la espuma.
©Trini Reina
Agosto 2010
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