Imagen tomada de la red
¡Arthur, a la derecha! ¡A la derecha, Arthur!
Arthur se paró en seco, le miró y, sin mover un músculo voluntario, esperó.
Cuando aquél que le gritaba tomó la senda que había pregonado, Arthur salió de su quietud y, brincando, siguió a su amo.
Trini Reina
30 de noviembre de 2011
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