Paso muchas horas tendida en la cama – mi
esqueleto y sus “tornillos” así lo exigen –.
Sin embargo, la mente va por libre y se revela contra la impuesta
vagancia y no deja de azuzarme a
emprender tareas: escribir, leer, programar, inventar inútiles labores,
soñar…
Hoy, mediada la noche, desperté y en el desvelo
rememoro la pesadilla donde buceaba hasta que mi vejiga protestó:
“La
muchedumbre caminaba hacia un lugar
indefinido donde con antelación había sido convocada por un Ser Superior,
llamémosle Dios.
La
hora de la multitudinaria reunión: las doce de la mañana.
El
motivo: Último día de la Humanidad.”
Bueno, ya conocemos lo engañosos que son los
sueños.
“Caminaba
la gente unida, despacio, enhiesta y disciplinada; como ganado en el Viejo
Oeste. Unos iban serenos, riendo,
confortados y conformados; como a una fiesta. Otros, en cambio, aunque advertidos
y entregados a la venida del Fin de la Existencia, acudían a la siniestra
convocatoria saqueando comercios vacíos,
desvalijando bancos abandonados, desnudando joyerías sin cerrojos, asaltando
viviendas ostentosas, ya sin alarmas. Acaparando, arribaban al lugar convenido
con valijas rebosantes de caudales, oros
sobrado de quilates, diamantes lujuriosos, objetos prohibitivos, fruslerías
fastuosas…
Mezquinos,
falaces, deformes de humanidad, inválidos de amor, bandidos con corbata, tropa espantosa que no
ceja en su avaricia ni a sabiendas de su último día, para estupefacción de
íntegros corazones, de adeptos de la bondad...”
Consabida es la huella de realidad que,
implícitos, portan los sueños.
En tal pesadilla os prometo que, diáfana y provista
de colores y escenarios, percibí, como cuando vislumbro la realidad que nos
rodea, que hay humanos, ¿humanos?, que
tras eras y siglos de conocimiento, aún continúan acaudalando, acaparando. Incluso si eso les supone
vivir en y de la miseria; tratando de llevarse lo propio y, a poder ser, lo
ajeno, al otro mundo. Cuando absolutamente todos debemos de saber que, nada,
absolutamente nada, nos hace tan desnudos e iguales como la muerte.
©Trini Reina
Enero de 2017
Pintura de Antonio Saura
" Multitud"
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