Una esfera transparente le persigue.
Si escala alcores, rueda al ritmo de sus pasos; si desciende abismos, imprime prisa a su rodar.
Le persigue, le acosa, le hostiga hasta atropellarle y lo aplasta con su peso ingrávido. Un dolor anónimo, en un punto indeterminado del tórax, se eleva y desciende, punzante. Y, aunque gasta empeño en incorporarse, le esquiva el equilibrio. Desde el suelo, boqueando le pregunta qué pretende, qué quiere, qué es que así le oprime. Y, sólo para sus oídos, una voz, como de ultratumba, responde: “soy el vacío de tus sesenta años de contravida”.
©Trini Reina
Diciembre 2012
Obra de M. C. Escher
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