La lluvia cala las calles, clemente,
esta tarde cabizbaja de adviento.
Vehemente y a ráfagas el viento,
fustiga el empedrado intermitente.
Suspendido el paisaje decadente.
El reloj transita con desaliento
y un vestigio, como de otrora, cruento
al espíritu comprime insistente
El entorno hiere al ser con terquedad
y de álgida saudade lo quebranta.
Mientras se multiplica la soledad.
Desafina la lluvia y su levedad
Con el rejón que oprime la garganta
y devasta las entrañas sin piedad.
Imagen de la red
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