Tienes un vacío ardido en las manos,
un tumulto de hojas en la frente,
tempestad de arrullos en los senos
y una prisa de mar en el vientre.
Tienes un carmín de audacia en la boca,
hoguera fugitiva en tu cintura leve,
astilla de acidez tras los ojos,
trigueños tornasoles de noviembre.
Tienes abismos azulados
que complementan al continente.
Y el surco de unas horas primorosas,
sombra y luz entre tus sienes.
Tienes una rebelión peregrina
subiendo y bajando como fiebre,
por esos huesos inmolados,
heraldos de tu vida y de tu muerte.
Obra de Leonardo da Vinci
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