Saciada de albas y ungida de violetas,
una tibieza de menta empaña tus ojos
y en tu piel vibra un vals de amapolas.
En la embriaguez rotunda del tacto,
la pasión es el vértice y el vórtice
del sentirse ascua y entera y toda y hembra.
Luego de la avidez y la cúspide,
plácida de lunas,
llega la tregua, el remanso,
el vértigo del más privilegiado de los cansancios.
©Trini Reina/junio 2016
Obra de Alexander Akhanov
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