2 de julio de 2016

Atardeceres...

Miro cómo al mar
se precipitaba la tarde,
y en una isla
que el sol siembra en el agua,
alguien enseña a una niña a nadar…

Los miro embelesada,
allí enfrente,
lejos,
mis pies varados en la arena,
rodeada de todos,
¡tan sola…!

Ellos ríen.
Sus voces entrecortadas llegan
por la prisa del aire,
cómplices,
jubilosas,
húmedas de sal y espuma.

Los miro
con una punta de envidia en el alma.
¡Qué cansada mi alma!
Más que los brazos,
que los huesos,
que los años;
más que este caparazón
que a duras penas me tolera.

Viéndolos tan risueños y ajenos
la palabra nunca me abre en canal…
©Trini Reina/julio 2011

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