15 de noviembre de 2016

La maldad se mira en el espejo, pero nunca es espejismo

Sonríe,
y el cristal le devuelve una mueca y un diente menos.
Modula la voz, habla, y el azogue le ofrenda un aullido.
Con denuedo, juega a maquillar la ira de sus ojeras.

Por el ventanuco se cuela un haz de luna
-tan leve como roce de algas-
que choca contra el espejo
y se asusta y se oculta y se desmaya…
La estancia se torna gótica negrura, ahumadas telarañas.

Altanera, se mira y acicala:
pelo disperso y blanquecino,
nariz enrojecida,
frente arqueada,
aviesos ojos,
mejillas prominentes,
crudeza en su boca,
fiereza en las manos,
lunares imprecisos.

Acrecida, ríe, ríe, ríe a roncas carcajadas.
El espejo irradia el rostro de la maldad…
La maldad que festeja siglos;
la maldad que no descansa.
©Trini Reina/noviembre 2016
Imagen de la red

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