¡las
once!, con su luz incandescente.
Que
llames a la puerta, que entres…
Quiero
abrazarte,
reflejarme
en tus ojitos
de
fulgor diferente,
oler
tu pelo de brisa,
besar
tus manitas inocentes,
acercar
mi mejilla a la tuya…
Quiero
escuchar tus pasitos
recorriendo
mis pasillo silentes.
Te
extraño tanto que,
cuando
vienes,
en
mareas se tornan mis ojos,
y
mis vestidos,
de
domingos resplandecen.
Quiero
que en el reloj se claven las once
y
llegues.
Llegues
y avives mi espíritu,
que
de ti adolece.
©Trini Reina/Enero de 2017
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