Cambió el rumbo
cuando ya Ítaca se
divisaba.
Con un giro de timón,
volvió a los demonios.
Desoyó sirenas y delfines,
paraísos, medusas y
pasiones resistió.
Combatió contra si mismo
y perdió de nuevo.
Le llamaba el retorno.
Lo cortejaban las olas inmediatas
al remanso de su isla,
pero ignoró ese influjo.
Y aquí sigue,
en las aguas fieras de la
nada.
Aquí,
Obcecado en los mares
internos…
No es derrota lo que
siente.
Pero sí se le parece.
Y en ella se abandona
al albur de los dioses abisales...
©Trini Reina/julio 2017
Pintura de William Turner
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