27 de julio de 2017

Tizón

Tiene recta alzada y breve  rabo atizador. En sus  ojos, carbón insondable, anida la ternura. Suave, como almohada de tinieblas, su fiereza nunca colmó dedal.  El mapa de su pelaje es tan grato de acariciar que a menudo los niños del barrio lo atormentan a cosquillas, y él, ladrando, gozosamente ladrando, se disuelve de alegría.

Cuando su cánido saber le indica que me venció el hierro del silencio, de un brinco posa sus patas en mi talle, y yo, en sus orejas, que de tan erguidas rompen las curvas del aire, musito pesares que a mi alma inquietan.  Entonces, Tizón, frotando  la escarcha de su hocico en la laguna de mi regazo,  a contra cauce, me arranca una sonrisa confortante. 
©Trini Reina/octubre 2010

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