Vaga el alma
por los caminos interiores de mi vida,
que, gastada, exprime su energía.
Vaga el alma,
no exenta de alegría,
descubriendo en la madurez paisajes
que a los veinte años ni soñaría.
Y aunque el cuerpo amenace ruina,
herido por la edad y las sorpresas enlutadas
(que nos embisten tras las esquinas),
ríe el alma;
ríe y vibra,
deleitándose en su armónico deambular
por los intrínsecos senderos
de mi vívida y vivida vida.
©Trini
Reina/junio de 2008
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