El vigía
reposaba en su poltrona. Sus deformes pies apoyados en el panel de mandos. La
triangular cabeza el en respaldo. Semicerrados los oblicuos ojos. En éstas, un
sonido atronador se oyó rompiendo el hondo silencio y una riada de luz acabó de
despabilar al extraño centinela.
- Ya están otra
vez estos terrícolas fastidiando el universo con fuegos de artificio - se
dijo.Y poniendo en marcha su nave abandonó por esa noche su
zona de vigilancia…
©Trini Reina/octubre 2005
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