Cuando apago la luz,
a jirones me acosan
los instantes heridos del día.
Las sábanas
-blancas curvaturas de agua-
incapaces son de adulzar el desvelo.
Acrecen delirios tras mis ojos
molinillos que vuelan,
huyen y convergen,
hasta que el ente torpe que soy
se ovilla en ellos.
Descifrarlos, desnudarlos,
proveer de bálsamo,
extraer bondades de donde no
germinan
se convierte en un galimatías dentro
de otro…
Contando constelaciones
me halla el alba.
©Trini
Reina/diciembre 2018
De
“La aridez de la tormenta”
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