Esta
medianoche
los
faroles visten
las
calles de feria.
Un
crepitar de insectos
delimita
al silencio.
En
el parterre,
las
lantanas semejan
lunares
de colores
sobre
el verde de su propia fronda.
La
luna crece
y
Venus le guiña.
Volver
a casa
en plena madrugada,
volver
con el sueño distraído
como
estrella que teme
los
torvos celajes de la noche.
©Trini
Reina
La “La aridez de la tormenta”
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