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Lamentarse cual plañideras,
es un mezquino agotar el aliento
en un mundo ya de por sí desalentado.
Por eso, hermano, te apremio
a lanzar al aire tu quebranto,
transfórmalo en esplendores de lunas,
y apaga los malos presagios.
Ilumina tus tinieblas,
prende una hoguera de amor ardiente,
aliméntala con polvo de estrellas,
y espárcela entre las gentes.
Da luz a las almas atribuladas,
enciende el candil de la dicha,
y destierra en un santiamén
las angustias y las desidias.
Y que la alegría al resucitar,
sature los corazones de euforia.
Que por las calles galope la gracia,
y en las aceras estalle la gloria.
©Trini Reina
29/10/2004