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14 de agosto de 2025

Entelequia

Imagen de Peter H en Pixabay

Cerradas gimen las puertas del recuerdo.
Mi corazón, férreo carcelero,
para salvaguardarse,
al abismo arrojó las llaves.

Y allí, en la oscuridad yacen,
frígido metal hiriente.
Sólo la añoranza,
águila intransigente,
afinando sus garras
se atreverá a ir en pos de ellas.
A riesgo de, en la travesía extrema,
perder para siempre
el orgullo de sus alas.

©Trini Reina
20/02/2008

13 de agosto de 2025

Dolor

Prosiguen las piedras
vulnerando los sentidos,
que adormilarse quieren
entre silencios y clausuras.
Taladro perforando huesos
frágiles como vidrios.
Agudo rumor
sin paridad ni metas.

Se abren los párpados,
perdido el solaz.
Ausencia de calma,
privación de paz.

Ondulantes zumbidos
desgarrando el recinto
del espíritu abrumado,
de los nervios oprimidos;
de un cuerpo total,
a un dolor esclavizado.

©Trini Reina
08/02/2009

12 de agosto de 2025

Alta madrugada

Se acentúan negrores y saudades
cuando encara el vértice la madrugada.
No hay lucero que reverbere
hasta subyugar
la cerrazón que le puebla.

El insomnio
trae reminiscencias
de aquella pasión derrochada.
Y las ofrendas de eternidad,
como rosas en invierno perecieron
bajo la nieve innoble del olvido.

©Trini Reina
24/02/2009

11 de agosto de 2025

Es mi corazón

Es mi corazón
álamo alborozado,
pájaro al alba,
cellisca de mayo,
fuente que exclama,
altozano que surge
en meseta despoblada,
vergel encantado
provocando al agua,
risa de espuma,
sonajero de nácar,
alondra madrugadora,
rumores de plata.

Alegría florida,
contigo,
eco del alma.

©Trini Reina
05/03/2009

10 de agosto de 2025

Constancia

Si tú la mirada a mí volvieras
y mis ojos se enredasen con tus ojos,
mañana, hoy, o cualquier fecha…

Si mi cuerpo, confrontando al tuyo,
exhibiera la nostalgia que lo atormenta…

Si tú incinerases deberes
y mis miedos por trochas huyeran...

Si no reparásemos en la gente,
si este amor sin recelos a la luz se diera…

Si encontrásemos la osadía
y fuésemos los dueños de ella...

Si cortásemos las alas a la pérfida conciencia
y concediésemos la concordia a esta pasión que nos enerva…

En libertad
plasmaríamos nuestros sueños,
y de laureles
coronaríamos esta quimera.
Así, yo feliz a tus brazos acudiría
mientras tú a mis brazos vuelas...

©Trini Reina
28/03/2009

9 de agosto de 2025

Vestigios

El patio encierra un hálito de fe que trasmina el espíritu, desde el instante en que cruzamos el arco de fragantes jazmines. Su empedrado está vencido por infinitud de pisadas y, sobre nosotros, las nubes peregrinas trazan una bóveda que jamás interrumpe sus cambios. En la fuente octogonal el agua cabriolea con el poniente. La musicalidad en movimiento, se enhebra a los sentidos. La melancolía juega a colonizar mi espíritu. Él solicita mi atención y momentáneamente huyo de ella, que queda agazapada, a la espera.

Entre las verdinegras hojas de la hiedra, surge un pasadizo, otrora desapercibido, y hacia allí nos encaminamos. Al traspasarlo, un beso de rosas se derrama en mi piel y, ante nuestros ojos, la rosaleda desviste y ofrenda la majestad de sus matices. El contraste entre los dos recintos propicia un repique de campanas por mis venas.

La melancolía retorna a mi lado, esta vez para empaparme, como arroyo aniñado. De repente, comprendo el sentido de mi viaje a este jardín monacal. Quería frecuentar los pasos que, antaño, tú transitaste.

Él se percata de la confusión que me abate y yo, pesarosa, rehuyo su mirada mientras acelero los pasos, clamando por la salida.

©Trini Reina
06/04/2009

8 de agosto de 2025

Shanna

Esta es la historia de Shanna, la que siempre tenía prisas.
¿Dónde iría esa muchacha? Anduvo por la vida oteándolo todo, y nunca vio nada. Qué premura padecía, era como si presagiase que la edad venía apurada.

Se apresuró a nacer antes de que tocasen diana, habló con anticipación de horarios, caminó entre la madrugada y el alba. Aún corría el invierno de su niñez cuando se sintió enamorada y dejó la adolescencia por los rincones herrumbrada.
La incipiente mujer, en un abrir y cerrar de ojos, en las manos vislumbró las arras y a la mañana siguiente en el pecho, un hijo de ella se alimentaba. Consideró normal lo que extraordinario se consideraba. Se creyó hembra madura, cuando verdes eran sus ramas.

Así galoparon los años, el reloj de una campana a otra saltaba, los minutos eran segundos, las semanas en horas pasaban. Y las estaciones, por el espacio se sucedían, de rutinas fraguadas.

Cierta noche no asomó la luna, las estrellas en sus cunas holgaban y el horizonte emergió mísero de alboradas.
Con pinzas inmundas el cangrejo de frente avanzaba.

Mas, cuando la vida mostraba su faz descarnada, se rebeló y ordenó a sus ojos despegar las pestañas. Juró saborear el futuro con avidez, de su mente colgó farolillos, el cuerpo ungió de esperanzas, bebió selectos caldos y lamió la miel más elaborada; se llenó el corazón de dicha y luchó con diez espadas, desdoblando la tozudez que poseía en el alma.

Rediviva, sermoneó a la existencia por el maratón que había corrido y le dijo que, en adelante, a pasitos cortos vagara. Se abrió a las cosas bellas, beneficióse de las lecciones que aprendió de las cosas malvadas y, henchida de entusiasmo, reemprendió la marcha. Pero esta vez con el freno puesto, deslizándose como espuma por un airoso mar en calma.

©Trini Reina
17/04/2009

7 de agosto de 2025

Soneto III

Autora de la pintura: Isabel Navarro Verdú

En las lindes del amor prohibido,
la aurora de un otoño primoroso,
bañándonos el corazón de gozo
nos ungió con ímpetu florecido.

Almas idolatrando los sentidos,
cómplices en un jardín rumoroso
que penetra en el seno candoroso
y nos resta del sino desvaído.

De tu piel a mi piel un arroyuelo
de tangible ternura y primavera,
que nos anega de pasión sin duelo.

Y esta cumbre conquistada con celo,
lapidó la agonía de la espera
y de azures subrayó nuestro cielo.

©Trini Reina/2009

6 de agosto de 2025

De "tes" y poetas

Tirita el trueno tartamudo.
Taciturna transita la tormenta,
trastabillando a intervalos,
por tejados y azoteas.

Trinos precipitándose a la aurora,
revierten al alma del poeta,
que acaba garabateando
estrofas entretejidas,
con "tes" sin tregua.

Tributadas al papel las letras,
resulta trazada la trova,
reiterativamente modesta.

©Trini Reina/2009

5 de agosto de 2025

Parida

Un cri, cri, cri, genuino
zarandeó mi sueño
y desperté soliviantada.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
para los tímpanos una espada.
La noche se hace eterna
en el enmarañado fru, fru
de las sábanas.

Kiquiriquí, kiquiriquí,
ya se eleva la madrugada.
Con el pío, pío, pío, a la aurora,
saqué mi bandera blanca.
Y, tanteando las zapatillas,
agotada, abandoné la cama
Plaf, plaf, plaf, plaf...

De onomatopeyas, amigos,
está la noche sembrada.

©Trini Reina/2009

4 de agosto de 2025

Carmen

Dama engalanada
de eterno traje,
surges como del agua,
interrumpiendo el paisaje.

Figura de lenta gubia,
has sorprendido al aire
que, al norte de tu talle,
gira alucinado,
sin veleta que le salve.

Un pájaro encendido
-celoso plumaje-
besa tu frente fría
y, confortado, parte
a los álamos tendidos,
donde su nido yace.

A la intemperie trepa
el corazón de la tarde.
Noviembre es fragua
donde la nostalgia arde.

©Trini Reina/2010

3 de agosto de 2025

Olas


Tal como la hierba huía de Othar,
así algunos huyen del dolor ajeno.
Un estigma para quien piensa que,
a fuerza de ignorarlo,
mantendrán su mundo preservado.
Los hay mediocres...
Ojalá la defensa,
estuviese en el huir.
Cruzaríamos desiertos,
incluso bajo el yugo del mediodía.

“¡Eh, tú, yo no quiero
estar al tanto de sufrimientos!”
Y esgrimía
la hoz como bandera...
Corazones superficiales,
almas fragmentadas
por el influjo de frívolos genes.

Fueron más las manos
de trigo encendido
que se quedaron
-pan que consumió,
hasta del naufragio elevarse-.
Más las auroras
filtrando sombras,
que arratonadas vanidades,
hirientes.

En el océano de la vida,
nunca sabremos
qué demonios triunfantes
administran las olas;
por eso rechazo a los pusilánimes.
Las olas, aunque espaciadas,
suelen alcanzar,
-con más o menos inquina-
a todas las orillas.

©Trini Reina/2009

2 de agosto de 2025

Capitulación

Aliada con tu silencio,
mi lengua calzó cadenas a las palabras
que, reverentes,
se precipitaron al arca de la nada.

Internamente,
algo insondable gritaba:
“Ve hacia él.
Que sea tu música quien abra
su ausencia de agua.”
La voluntad,
columna pétrea.
Bajo los pies,
veredas alucinadas.
En el corazón,
una mano muda
derramó satén y escarcha.

¡Qué orgullo omnipotente!
¡Qué lasitud impregnando mis alas!
¡Qué perturbado propósito!
¡Qué pobreza, mis venas quemadas!

El martillo del hastío
-materia desangelada-
clavó el desarraigo,
en la falla de mi garganta.

©Trini Reina

1 de agosto de 2025

El artista y su rincón

La última vez que lo vi con vida fue en la sala de espera del servicio de Oncología del Hospital Virgen Macarena. Hacía mucho que no lo veía por el pueblo y me paré a saludarlo. Estaba ya muy enfermo, pero su sonrisa seguía desafiando a la muerte. Unos días después, según me dijeron, viajó a Fuerteventura a entregar una imagen de la Virgen del Carmen que el Alcalde de la localidad le había encargado tiempo atrás. Esto fue veinte días antes de morir. Exponía que su compromiso con las personas que le habían hecho el encargo, era mayor que el mal que tenía y que era su obligación ir a colocarla.

Antonio Macías César fue un buen hombre y un magnifico artista. Lástima que, como tantos otros creadores, no haya disfrutado del reconocimiento, mientras vivía -que es cuando se merece-, de muchos de sus paisanos.

El mural que adorna esta recoleta plaza de la foto, y que la engrandece, fue obra suya, así como algunos azulejos que embellecen los nombres de ciertas calles del centro del pueblo.

Será por esos juegos de la mente que ahora, cada vez que paso por esta plaza, a la que con criterio, el Ayuntamiento de Tomares ha denominado con su nombre, me parece verlo ahí sentado, en ese banco, sonriente y saludando a los viandantes. De alguna manera he sacado el último recuerdo que tengo suyo y, de un lugar gris como son los hospitales, lo he trasladado a un lugar lleno de sol y sobrado de colores, como él se merece.

©Trini Reina

31 de julio de 2025

Postal de verano

"El acordeonista" Pintura de: Muriel Marchand de Juliá http://elviajedemuriel.blogspot.com/

La plaza ardía de gente. Las terrazas no mostraban ni un velador desocupado; las tiendas, abiertas eternas horas, ofrecían sus mercancías; la heladería presentaba un lleno absoluto en ese medio día estival y enrojecido. El músico callejero tocaba, a pleno sol, su acordeón adormilado; de vez en cuando, disimulando, se acercaba a la risueña sombra de una buganvilla, para volver sobre sus pasos. La gente, yendo y viniendo, charlando, riendo y hasta vociferando para hacerse oír en medio de tanta algarabía. Apenas un niño prestaba atención a los acordes de esa melodía acuchillada. Sus ojos eran ascuas, y su pelo bermejo, al son del poniente y la música, se movía. Me pareció tan minúsculo y atento como esa rosa que brotaba, solitaria, en el parterre pétreo de la esquina.

Toda mi curiosidad se posó en aquella escena, dividida entre el ajetreo del gentío y la cápsula que la música tendió sobre el cielo del niño.

Tras interpretar varias piezas, el músico, quitándose su gorra desteñida, por la sal y el tiempo, pasó de velador en velador y alrededor del brocal de la fuente pidiendo alguna propina para su destreza. Sólo el niño, aún fascinado, en la contrapuerta de la heladería, renunciando a su helado, donó la moneda que portaba a la boina tan humilde y vacía.

©Trini Reina/2009

30 de julio de 2025

En memoria de Laura

Autor de la pintura: Vicent Van Gogh 

Buscan consuelo los que te aman,
y no perciben el alba,
por mucho que el sol acuda a su cita cada día.
Fuiste tú, estrella morenita,
esa que con su resplandor los alumbraba.

Luna era la sonrisa en tu boca,
y en tus ojos nadaban dos luceros.
¡Y qué bonitos, tus rizos de terciopelo!
Sensible, como una rosa en la alborada,
corazón inmenso para tus años;
sin límites concedías la serenidad
que derramaban tus niñas manos.

Eras de otra esencia,
demasiado especial para este agreste mundo
en el que vivimos.
Y el destino,
ese dios omnipotente,
con cruel premura te reclamó a su lado.
Brotaron alas en tu alma y allá,
a ese lugar donde solo habitan los bendecidos,
te elevaste una mañana.

Buscan consuelo los que te añoran
y no hallan respuesta a su tristeza.
Solo les reconforta la gloria del conocerte.
A ti, estrella morenita, de luz incandescente.

© Trini Reina
02/10/2008

Nota de la autora:
Al recital que ofrecimos unos amigos y yo el pasado junio, entre el público asistente, se encontraba Laura. Pienso que ella, a sus ocho añitos, comprendió y disfrutó de los poemas recitados, más que muchos de los mayores que presenciaban el evento, no en vano, Laura nació con corazón y alma de poeta, y estoy segura de que, como tal, ejerce allí, en esa estrella que hoy habita, y donde ahora ofrenda poemas a los ángeles.

29 de julio de 2025

Lentamente

Obra de Adela Casado Cano

Lentamente, porque así las mataste, en mis labios murieron las ansias de besarte. Luego, perdieron sus alas las caricias, al no tener piel donde posarse y, lánguidamente, como rosas sin tallo, a los pies de un impío sol abandonadas, se fueron marchitando en mis manos.

Dormidas se quedaron las risas que para ti despertaban en mi boca y el fulgor iluso que antaño pintabas en mis ojos, como un astro efímero, se fue deslustrando.

Porque tú la mataste, en mí, acabó muriendo la cegada confianza que enarbolé cual bandera durante todas las auroras que te creí a mi lado. El desencanto me arrancó, de un tirón, el bruno velo de ese sueño; y con templanza asimilé que todo aquel idilio fue una gran mentira.

Porque tú la mataste, murió aquella complicidad que ante mí te agrandaba y que tantas aflicciones atemperó en su día. Y la ternura, que de la fontana de mi pecho hacia ti fluía, acabó por agostarse.

Y un día, no sin asombro, descubrí que sobre la hoguera donde creí perenne el deseo, una fina y tenaz nevada se abatía y, con parsimonia, terminó apagando la exaltada pasión que por ti sentía y que mi corazón, en su candor, creyó sempiterna...

©Trini Reina/2008

28 de julio de 2025

Pura vida

Obra de Douglas Girard
Los años que me quedan
quiero merecer la estancia.
O que ella me merezca,
el orden no tiene importancia.

Quiero bailar descalza con el aire
a ritmo de sensual lambada,
beberme los nimios detalles
y anegar de lunas mi mirada.

Salpicar de estrellas mis cabellos,
flirtear con las nubes,
presumiendo de alas,
gozar al ver cómo un bebé,
ávido del pecho de su madre, mama.

Desanudar mis muelles brazos
y abrazar esa explosión de vida
que trasmina de los niños,
cuando mis cansinos ojos los miran.

Ver desde la atalaya de mi ventana
cómo cae la lluvia al alba,
cuando el cielo semeja plomo
y los ahítos jardines palmean con el agua.

Escuchar arrobada a mis hijos
relatando con gracia
sus amores e ilusiones,
sus sueños y sus hazañas.

Aspirar el aroma feliz
de la tierra germinada
y del oeste el perfume que llega
desde los pinares de Doñana.

Quiero tararear por soleares
y cantar por sevillanas,
con la vida por peineta
y, de mantilla, la esperanza.

©Trini Reina
24/10/2004

27 de julio de 2025

No llevadme flores

No llevadme flores
cuando haya dejado de oír el susurro del viento rolando en la madrugada
o cuando mis oídos se vuelvan sordos al jovial repiqueteo de la lluvia tras los cristales de mi ventana.

No llevadme flores
cuando mis ojos dejen de admirar ocasos y auroras,
ni cuando mi mirada olvide perfilarse de rimel y sombras.

No llevadme flores
cuando mi olfato se niegue al aroma de mi perfume más preciado,
ni cuando mi nariz rechace la fragancia que emiten, en primavera, los jardines polinizados.

No llevadme flores
cuando mi lengua deje de paladear las golosinas y los alimentos,
ni cuando mis labios, a fuerza de helados, se revuelvan contra el fuego de añorados besos.

No llevadme flores
cuando mis manos derrochen vacíos,
ni cuando en mi cuerpo la piel permanezca inmune a la más efímera muestra de cariño.

Porque ¿para qué quiero flores entonces?
Es ahora cuando las necesito.
Ramilletes de besos,
bouquet de caricias,
racimos de dulces palabras,
jarrones de amor y delicias.

©Trini Reina
01/11/2006

Nota de la autora: 
Este poema lo escribí hace algo más de dos años, hoy lo he sacado del cofre de los recuerdos, y tras hacerle unos arreglos, lo vuelvo a editar, precisamente en esta jornada 1 de Noviembre, en que se acostumbra llevar flores a los camposantos para recordar a los difuntos.

26 de julio de 2025

La ruta al vivir

Imagen de la red
La mañana despertó huérfana de auroras,
somera flor apétala en tierra baldía;
miserable de sueños, extenuada de lozanías.

Levántate, te apremio, como Lázaro recorre el camino,
anda criatura, camina, camina.
Sólo existe esta ruta al vivir,
sin refugios ni orillas.

Paso sobre paso, día tras día,
inmutable al desaliento, insensible a la fatiga.
Calcetines de lana, botas de cuero bruñidas.

Arrastra la carga por trochas y senderos,
sin válidos extravíos prosigue la línea perpetua,
sin cotos ni refrenos.
Que no te venza la desidia,
que no triunfen los pañuelos.

Una jornada penumbrosa es el alba,
la siguiente, celestes se descuelgan los cielos;
el sol entibia la mañana, la tarde revienta en deshielos.
Quizá en el horizonte radique la meta.
Así que contumaz continua el trayecto.

© Trini Reina
16/05/2005