Corre, grita, sal de la pena.
y sus míseras miserias.
¡Basta!
Frena al miedo y regresa
de ese páramo perverso
sin lunares ni violetas.
Deshazte del llanto
y sus íntimas cavernas.
Huye de lo evidente
y obvia su estridencia.
Habilita la esperanza
y, sin asomo de pereza,
ondea el pañuelo y al
alza
promulga la entereza.
Que se estrangule de
asombro
el espectro de la
tristeza.
Fénix te cede las alas,
sé tú el orgullo de su
cadencia,
la victoria te arrulla,
la voluntad es tu
estrella.
©Trini Reina/Septiembre
2017
Obra de Susana Ragel Nieto