21 de abril de 2009


Tú, que sustraes tristeza a mis ojos y amargura a mi sonrisa. Tú, por quien el alma abandonó su frío
y, a la lumbre de la tuya, asistió a su deshielo. Tú, que llegas e incendias el cielo de argentinos astros y lunas ambarinas. Tú, que despiertas mis caricias dormidas
y, al sol de tus besos, arrebatas mi piel de deseo.

A ti que te amo, decirte quiero que mi corazón en ti halló, tras el naufragio, puerto. Esa dársena donde mi alma se guarece de congojas y ajados recuerdos. Pues tan sólo tú posees la virtud de cultivar la rosa jubilosa que me aureola
y renovar el sortilegio que dota de dulzura a mis palabras y de fulgores a mis silencios.

©Trini Reina
08/11/2007

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