El PC aguarda, inoperante,
exhibiendo un óleo alucinado
en el monitor:
Nula conexión a Internet.
Acaso, elige un Compact Disc,
-para engañar la impaciencia-
y pulsa la tecla oportuna.
Notas de Jazz amainan los minutos.
La luz del MODEM cabriolea,
fluctuando del verde al naranja
hasta consolidarse.
El peregrino cosmos que frecuenta,
se abre y, Quizás, asoma
a la ventana del Messenger,
con fanales bajo los párpados
y sonrisa convencedora.
La Red los enmaraña
con vínculos imposibles,
precipitándolos
-constelaciones espiritosas-
a las entrañas de Quimera.
Y es esa virtualidad
-espejo falsario-
la que debilita los colmillos,
de dos soledades porfiadas.
©Trini Reina/2009
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