Aquellas tardes de marzo,
de cuaresma, primavera y vigilias,
de abejas al sol de los naranjos,
de costumbres legadas a las niñas.
Aquellas tardes de mi niñez,
de mi madre al fragor de la cocina,
de sus manos que danzaban en la artesa,
del azúcar candé de su sonrisa.
Aquellas tardes de marzo,
de nazarenos, incienso y cofradías,
de blancos delantales asoleados,
de miel, canela y harina.
Aquellas tardes de mi niñez
ya distantes en la luna de mis pupilas,
reverdecen encaneciendo marzo;
ya y siempre,
en el medio siglo que me transita.
Marzo de 2011
Imagen tomada de la red
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