Cuando llegó,
¡qué revolución extraña,
derramándose
desde lo interno a las afueras,
qué tempestad de ideas,
restallando a golpes
de palabras,
sobre la faz impávida
del papel sobrecogido!
Cuando llegó,
¡Qué suavidad,
qué donosura,
qué efervescencia…!
¿Dónde huyó
que ya no aguija mis arterias?
¿Qué inconexión de sombras
me ataranta?,
qué infame
el silencio de la alegría,
qué calladas
las penas de amor o de cirios.
Lejos.
¡Qué lejos la opulencia,
el asombro,
la fiebre seductora
de la poesía!
Obra de Santiago Rusiñol
No hay comentarios:
Publicar un comentario