30 de junio de 2016

Versóleos XX

A María Fuertes

Es tiempo de almendros.
María lee bajo la sombra blanca de sus ramas
y respira serenidad y primavera.
Bucólica como el paisaje, su silueta se alarga.
Quieta permanece, ensimismada,
sólo los ojos muestran azul inquietud,
cuando, con lentitud, pasa las páginas.

Al volver las hojas,
cambia el matiz de sus pupilas, otro brillo las entinta.
Se suaviza o endurece el gesto de su boca,
mueve los labios, su continente mengua o se engrandece;
entre poemas se eleva, entre sonetos se pierde.

Los versos son un desafío, una aventura,
el retorno de un olvido,
la docilidad de una pena, el regreso a la infancia.
Se arrebata su corazón, se le esponja el alma.
Parece más angustiada su postura,
más sutil su vestido de gasa… Se relaja.

Y va viviendo soledades ajenas, tan parecidas a sus soledades.
Y va sintiendo las pasiones de otros,
aquellas que rememora, aunque lejanas,
y que su piel aún anhela.

Desde la terraza la vemos,
estampa aquietada, callada,
vencida por el peso de la tarde, el jardín y su fragancia.
Ganada por los afanes, los amores, las tristezas exageradas.
Acaso por la dicha, la muerte, o un temor inconcreto…


María lee bajo los almendros, mientras es seducida por la palabra.
©Trini Reina/Junio 2016
Obra de Peder Severin Kroyer

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