20 de julio de 2016

Versóleos XXII


Deambulo.
Cómplices son mi alma y el celaje.
Hace frío y angustia, y camino
sin destino, con cadencia,
pobre de afanes…
Sola.

Camino
y una lluvia imprecisa riza mis cabellos.
No entiendo este avanzar incansable,
cautivada y a la deriva,
por las calles intensas que transito.

Voy sin paraguas
con temple y sin cordura.
¿Qué me espera,
qué me aguarda en la próxima encrucijada?
¿Por qué esta desnudez de nombre y abrigo?

Absurda,
al viento interrogo,
y al gato que advierte el temor de mis huellas,
y al barro que profanar soslayo.

¿Qué me impulsa,
qué me convoca, qué audacia me habita?
La certidumbre del continuar es esfera que se abrevia.

De repente
se deshojan las sendas,
cierro -con pesar- los ojos y, al abrirlos,
he retornado a la inmovilidad del cuadro.

©Trini Reina/julio 2016


Obra de John Atkinson Grimshaw


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