24 de agosto de 2016

Nocturno III

Cerrar las ventanas al ruido de la calle,
retirar las frazadas que aguardan el peso del cansancio,
extender los centímetros del esqueleto maltratado,
cubrirse hasta el embozo.

Y rogar
qué la noche despeje sus lienzos,
que ignore las galerías
inacabables del duermevela,
que vuele, ave sin reposo, hasta posarse
en la cumbre violeta del alba.

Abrir los ojos
y que el silencio único del intervalo susurre
que se esfumó la catedral de sombras
y sus fantasmas libertados.
Que ya germina la aurora,
la luz curativa,
el privilegio sin cábalas del  día.



©Trini Reina/junio 2016
Obra de Bertin Roland 
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