Un rumor de violines
anega mis ojos de contra alegría.
Y, a borbotones,
se amanecen las letras de tu nombre.
Letras que descienden al sur de mi lengua
y vagan la noche de mi boca,
sin atreverse a rebasar con su ímpetu
la libertad de los labios.
Y esa cautela impuesta
clava su témpano en mis flancos
de distancia adoloridos.
Tu nombre:
alcoba y laberinto
ave-fuego y destello
génesis y epílogo
tregua y caos
porfía y precipicio…
Yo claudico.
Renuncia mi voz a tu nombre.
Hoy
claudico.
©Trini Reina
Septiembre 2016
Obra de Mark Keller
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.