6 de noviembre de 2016

Cotidianidad

Tres horas,
dos cafés
y media migraña.

Cantares  propios,
heridas intrusas
y penas relegadas.

Yerba, colada y cera,
y presteza a las sombras
reglamentarias.

Rencores al reloj,
por su premura fatua.
La lluvia persiste
calcando sonajas.
Neblinas en la vajilla,
cendales en las enaguas.
La lavadora, que ronronea,
huérfana de pausas
y el plomo de los deberes,
incrustando sus lanzas.

Muda la tele y a su aire,
el teléfono, cimbrando a sus anchas,
la cartera en ristre, y tan triste
como un cañaveral sin cañas.
La nevera crea ambiente
y triplica vacíos y escarcha.

Dos cafés
y tres horas
lejos de las sábanas.
El día hace voto de largura
y el ser
-fragua sin llama-.
se salvaguarda
con madurez trinitaria.

Tres horas y dos cafés
y ni un segundo para musarañas.


©Trini Reina/2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.