El
jardín está sembrado de estatuas: semblantes petrificados en la perpetua
ausencia, cicatrices que el mármol no remedió, lágrimas del siempre; severos
bustos de ídolos que del espanto huyeron para acabar postrados ante el más arcano
de los pavores; damas de senos atravesados de musgos y olvidados del calor
germinal de amadas manos; serafines de
prófuga mirada y candor desubicado; esquinas que el sol desdeñó, panteones
ignorados que, acaso, noviembre inscribirá; jarrones agrietados, palmatorias y
flores engarzadas en el
sacrificio...
Entre
los parterres lineales del recinto, centellean las raíces de la soledad,
mientras una legión de cipreses centinelas son de esta umbría, traspasada de
cruces y muerte.
noviembre 2010
Imagen de la Red
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.