4 de enero de 2017

Orillas

Aquel día
se acobardaron las nubes
y sus espirales de silencio.
El sol desgajó valladares
en el azabache de las entrañas
y desheló la cumbre de mis dobleces.
Desnudé matices ignorados,
germiné cual jazmín tempranero,
calciné de raíz
la soledad que me poblaba.

A mí llegaste
con cadencias de guitarra
por corona,
y en las manos, ardido,
el oro que jamás se quiebra
Y yo quedé,
de ti debilitada.
Y de mi esencia huyó
-hasta morir-
el desamor que me vistiera.

El amor tendió sus estandartes
en las rocas del alma
y, toda yo, me hice orilla.
®Trini Reina/18 de marzo de 2009
Imagen de la red

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