Desde la hondura, hacia el claro,
surgió la sombra. En las manos traía las crines del poniente y entre sus muslos
el cadáver de la esperanza. Se invirtieron los ritmos y giraron sobre el abismo
las hordas de la infamia. Un silencio, como de fosa, cubrió de brumas los
orígenes y el polvo retomó sus heredades, calcinando las espigas. El hambre se
extendió sobre aquella tierra roja despojada hasta de memoria.
Imagen de la Red
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