Dame la miel incendiada de tu beso,
posa la paz de tus dedos en mis sienes,
abre el arco ascua de tus brazos,
borra de mis ojos el exilio
y sé la quemadura de mis sombras.
Tú, que bebes la
luz de mis misterios,
tú, que me arrancaste de la muerte,
dame el blasón de la ventura,
navega en la brisa de mi risa.
Y que los inviernos de mi piel,
Pintura de Jarek Puczel
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