Un
sol rencoroso muerde
el
regazo de junio.
Sus
incisivos amarillos
se
clavan en las rosas
y
se enajenan
las
trenzas del crepúsculos.
El
levante pisa
-de
este a oeste-
las calles y las arde.
Cruza
los atrios,
templa
las terrazas,
agosta
los jardines,
invalida
las sombras…
Lianas
de luz
alumbran
los patios
de
ardor y pereza.
Hay
rumores de sal
allá
donde agoniza la savia.
Todo
bulle y rebulle y aridece,
en
este junio que me puebla,
y
hacia el temido verano me avanza.
Bajo
los últimos valles de junio
se
postran,
Obra de Sally
Storch
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