El interior
en sus sombras te
acoge;
mientras el sol
en las afueras se
bate.
La hiedra de tus
temores,
génesis constante.
Surca el mar,
impasible,
la luz de tu
desaire.
El viento, artero,
en su pico trae
un adiós sin
pañuelo,
un olvido
irrefutable.
Sola en tu balcón
de luto,
la soledumbre es
herida
que tristezas
combate.
©Trini Reina/marzo 2014
Obra de Homer
Winslow
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