Sobre la ciudad llovían
noviembres.
Las calles, a media luz,
invitaban a demorarse entre
sus sombras.
Escoltado por el aire
deambulé,
suspendido en mi espíritu.
En la distancia,
el recoleto jardín que
frecuentamos
era un estampa sepia que,
a través de la mirada,
me contagiaba de invierno.
Un sol desdibujado,
armonizaba con la fatiga
que,
lentamente, acanalaba mis
entrañas;
mientras mis pasos,
abreviados,
temían allegarse hasta la
casa,
donde sabía que, con los
brazos abiertos,
me recibiría tu ausencia.
©Trini Reina/ noviembre 2008
Obra de Leonid Afremov
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