Asido a la
permanencia
el polvo
entenebrece
rincones y
principios.
El tiempo,
del barniz hizo
escamas;
aseverando la
decadencia
de los trastos
desmembrados.
La luz,
raída y leve,
traspasa los
visillos y mortifica
sombras y
escoltas.
Un enjambre de
pelusas se espanta
ante el rumor
ignorado del aire.
El pasado es un
fantasma que yerra
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