No silbó el tren cruzando el páramo,
ni la luna se alzó sobre las piedras.
Miedo y hambre y
combatieron
en la curva sin luz de la frontera.
No chifló el viento por el llano,
ni la alondra entonó su cantinela.
Silencio y odio clavaron aceros
en la blandura de las banderas.
No se otorgó voz a los sensatos
ni en las torres sonaron las esferas.
Justicia y condena cayeron
en la boca filosa de la tragedia.
No irradió Venus sus aristas
en la noche sin aire del espanto.
Y sólo el lobo
-daga en sus pupilas-
tuteló la cal yacente
de aquellos huesos delatados.
©Trini Reina/octubre 2011
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