Esa soledad
que se desborda
de la alberca del ama,
y venas arriba hostiga,
sin parámetros,
fragorosa,
los aceros del carácter.
Valladar de cúspides,
mortaja de la alegría...
Esa soledad
con turbante silencioso,
y pezuñas de organdí
que anárquica se infla
y devora del espíritu
el suspiro.
Sí, esa soledad,
hermanada a vendavales,
es la emperatriz sanguinaria
ante la que el hombre
-girándula anochecida-
se afilia a ensombrecer.
©Trini Reina/2009
Obra de Carl Vilhelm Holsoe
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.