Desde el allá del horizonte,
colonizando laderas inconexas,
sobre estrellas ignoradas
y latitudes difusas,
ceñida en los pliegues de la aurora
a través de cauces y vísperas,
resucitando tactos e impulsos,
trémula de sol y aromas.
Me precipito desde la inocencia
hasta ti, abismo que me llamas.
Y tuya soy, promisoria.
Y tuya soy, desnudada.
Y vehemente resurjo
-agua exaltada-
en las olas de tus labios.
Y te nombro mío,
y en mis sentidos naufragas,
y a la deriva de la mano vamos,
hasta el deseo que nos emplaza
a su patria de savia y mareas,
a su incendio ayuno de llamas.
Donde, al fin, libertados
nos abrazamos
amanecidos de piel y alma.
©Trini Reina
10 de marzo 2009
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